17 de septiembre de 2014OFICIO DE LECTURAMIÉRCOLES DE LA SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIOSemana IV del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio [Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23], con la siguiente antífona: Antífona: Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría. Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien: Pues busco, debo encontrar; pues llamo, débenme abrir; pues pido, me deben dar; pues amo, débenme amar aquel que me hizo vivir. ¿Calla? Un día me hablará. ¿Pasa? No lejos irá. ¿Me pone a prueba? Soy fiel. ¿Pasa? No lejos irá: pues tiene alas mi alma, y va volando detrás de él. Es poderoso, mas no podrá mi amor esquivar; invisible se volvió, mas ojos de lince yo tengo y le habré de mirar. Alma, sigue hasta el final en pos del Bien de los bienes, y consuélate en tu mal pensando con fe total: ¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén Antífona 1: Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. SALMO 102 - I HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura; él sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu juventud. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Antífona 2: Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. SALMO 102 - II HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él sabe de que estamos hechos, se acuerda de que somos barro. Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. Antífona 3: Bendecid al Señor, todas sus obras. SALMO 102 - III HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos. El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra. Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos. Bendecid al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su imperio. Bendice, alma mía, al Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Bendecid al Señor, todas sus obras. VERSÍCULO V. Ábreme los ojos, Señor. R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad. PRIMERA LECTURA Del libro de Ester 14, 1-19 ORACIÓN DE ESTER En aquellos días, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. Despojándose de sus magníficos vestidos, se vistió de angustia y duelo. En vez de exquisitos perfumes, echó sobre su cabeza polvo y ceniza, mortificó duramente su cuerpo con ayunos, encubrió con sus desordenados cabellos la gozosa belleza de su cuerpo, y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo: «Mi Señor y Dios nuestro, tú eres único. Ven en mi socorro, que estoy sola y no tengo socorro sino en ti, y mi vida está en peligro. Yo oí desde mi infancia, en mi tribu paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel de entre todos los pueblos y a nuestros padres de entre todos sus mayores, para ser herencia tuya para siempre, cumpliendo en su favor cuanto dijiste. Ahora hemos pecado en tu presencia y nos has entregado a nuestros enemigos porque hemos honrado a sus dioses. ¡Justo eres, Señor! Mas no se han contentado con nuestra amarga esclavitud, sino que han jurado ante sus ídolos anular tus promesas y destruir tu heredad, para cerrar las bocas, que te alaban y apagar la gloria de tu casa y de tu altar, para abrir las bocas de las naciones en alabanza de sus dioses y admirar eternamente a un rey de carne. No entregues, Señor, tu cetro a los que son nada; que no se regocijen por nuestra caída, mas vuelve contra ellos sus deseos y haz que el primero que se alzó contra nosotros sirva de escarmiento. Acuérdate, Señor, y date a conocer en el día de nuestra aflicción; y dame a mí valor, Rey de los dioses y Señor de toda autoridad. Pon en mis labios palabras armoniosas cuando esté en presencia del león; vuelve el odio de su corazón contra el que nos combate, para ruina suya y de sus cómplices. Líbranos con tu poder y acude en mi socorro, que estoy sola y a nadie tengo sino a ti, Señor. Tú, que conoces todas las cosas, sabes que odio la gloria de los malos, que aborrezco el lecho incircunciso y el de todo extranjero. Tú sabes bien la necesidad en que me hallo, que me asquean los emblemas de grandeza que ciñen mi frente los días de gala, que me repugnan como un paño inmundo y que jamás los llevo en mi vida privada. Nunca tu sierva ha comido a la mesa de Amán ni he tenido a honra los regios festines ni bebido el vino de las libaciones. Nunca tu sierva ha tenido instantes de alegría desde su encumbramiento hasta el día de hoy, sino sólo en ti, Señor y Dios de Abraham. ¡Oh Dios, que dominas a todos, oye el clamor de los desesperados, sálvanos del poder de los malvados y líbrame a mí de mi temor!» RESPONSORIO R. Dame valor, Rey de los dioses y Señor de toda autoridad, * pon en mis labios palabras rectas y oportunas. V. Señor, danos oportunidad de arrepentirnos y no cierres las bocas que te alaban. R. Pon en mis labios palabras rectas y oportunas. SEGUNDA LECTURA Del sermón de san Agustín, obispo, sobre los pastores (Sermón 46, 6-7: CCL, 41, 533-534) QUE NADIE BUSQUE SU INTERÉS SINO EL DE JESUCRISTO Ya que hemos hablado de lo que quiere decir beberse la leche, veamos ahora lo que significa cubrirse con su lana. El que ofrece la leche ofrece el sustento, y el que ofrece la lana ofrece el honor. Éstas son las dos cosas que esperan del pueblo los que se apacientan a sí mismos en vez de apacentar a las ovejas: la satisfacción de sus necesidades con holgura y el favor del honor y la gloria. Desde luego, el vestido se entiende aquí como signo de honor, porque cubre la desnudez. Un hombre es un ser débil. Y, el que os preside, ¿qué es sino lo mismo que vosotros? Tiene un cuerpo, es mortal, come, duerme, se levanta; ha nacido y tendrá que morir. De manera que, si consideras lo que es en sí mismo, no es más que un hombre. Pero tú, al rodearle de honores, haces como si cubrieras lo que es de por sí bien débil. Ved qué vestidura de esta índole había recibido el mismo Pablo del buen pueblo de Dios, cuando decía: Me recibisteis como a un mensajero de Dios. Porque hago constar en vuestro honor que a ser posible, os habríais sacado los ojos por dármelos. Pero, habiéndosele tributado semejante honor, ¿acaso se mostró complaciente con los que andaban equivocados, como si temiera que se lo negaran y le retiraran sus alabanzas si los acusaba? De haberlo hecho así, se hubiera contado entre los que se apacientan a sí mismos en vez de a las ovejas. En ese caso, estaría diciendo para sí: "¿A mí qué me importa? Que haga cada uno lo que quiera; mi sustento está a salvo, lo mismo que mi honor: tengo suficiente leche y lana; que cada uno tire por donde pueda." ¿Con que para ti todo está bien, si cada uno tira por donde puede? No seré yo quien te dé responsabilidad alguna, no eres más que uno de tantos. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él. Por eso, el mismo Apóstol, al recordarles la manera que tuvieron de portarse con él, y para no dar la impresión de que se olvidaba de los honores que le habían tributado, les aseguraba que lo habían recibido como si fuera un mensajero de Dios y que, si hubiera sido ello posible, se habrían sacado los ojos para ofrecérselos a él. A pesar de lo cual, se acercó a la oveja enferma, a la oveja corrompida, para cauterizar su herida, no para ser complaciente con su corrupción. ¿Y ahora me he convertido en enemigo vuestro por ser sincero con vosotros? De modo que aceptó la leche de las ovejas y se vistió con su lana, pero no las descuidó. Porque no buscaba su interés, sino el de Jesucristo. RESPONSORIO R. ¿Te han puesto a presidir? No presumas, * sé entre los demás como uno de ellos y atiéndelos. V. Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. R. Sé entre los demás como uno de ellos y atiéndelos. ORACIÓN Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos de bondad y haz que te sirvamos con todo el corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |