Liturgia de la Horas

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

25 de septiembre de 2014



LAUDES

JUEVES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

Del jueves I del Salterio
FERIA
INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Antífona: Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios

SALMO 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios

HIMNO

Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.

El hizo amanecer en tu presencia
y enalteció la aurora
cuando no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.

El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.

El es la luz profunda, el soplo vivo
que hace posible el mundo
y anima, en nuestros labios jubilosos,
el himno que cantamos.

He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en el ancho sol de la mañana,
el signo de su gloria.

Y tú que nos lo entregas cada día,
revélanos al Hijo,
potencia de tu diestra y Primogénito
de toda criatura. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

SALMO 56
ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Antífona 2: "Mi pueblo se saciará de mis bienes", dice el Señor.

CÁNTICO: JEREMÍAS 31, 10-14
FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, 
anunciadla en las islas remotas: 
“El que dispersó a Israel lo reunirá, 
lo guardará como un pastor a su rebaño; 
porque el Señor redimió a Jacob, 
lo rescato de una mano más fuerte.” 

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, 
afluirán hacia los bienes del Señor: 
hacia el trigo y el vino y el aceite, 
a los rebaños de ovejas y de vacas; 
su alma será como un huerto regado, 
y no volverán a desfallecer. 

Entonces se alegrará la doncella en la danza, 
gozará los jóvenes y los viejos; 
convertiré su tristeza en gozo, 
los alegraré y aliviaré sus penas; 
alimentaré a los sacerdotes
con manjares  sustanciosos, 
y mi pueblo se saciará de mis bienes. 

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: "Mi pueblo se saciará de mis bienes", dice el Señor.

Antífona 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

SALMO 47
HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:

el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.

Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados 
y huyeron despavoridos;

Allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.

Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;

Tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.

Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,

para poder decirle a la próxima generación:
"Este es el Señor, nuestro Dios."
El nos guiará por siempre jamás.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

LECTURA BREVE

Isaías 66,1-2
Así dice el Señor: "El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme? ; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras".

RESPONSORIO BREVE

V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

LUCAS 1, 68-79
CÁNTICO DE ZACARÍAS. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona: Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

PRECES

Demos gracias a Cristo, que nos ha dado la luz del día, y supliquémosle, diciendo: 

Bendícenos y santifícanos, Señor. 

Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados, 
acepta los deseos y proyectos de este día. 

Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día, 
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones. 

Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean, 
para que logremos así ser imágenes de tu bondad. 

En la mañana haznos escuchar tu gracia, 
y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro
que estás en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hagase tu voluntad
asi en la tierra como en el cielo
el pan nuestro de cada día 
danoslo hoy
y perdonanos nuestras deudas
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores
y no nos dejes caer en la tentación 
mas líbranos del mal.


ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a la media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

25 de septiembre de 2014



VÍSPERAS

JUEVES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

Del jueves I del Salterio
FERIA
INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

HIMNO

Vengo, Señor, cansado;
¡cuánta fatiga
van cargando mis hombros
al fin del día!
Dame tu fuerza
y una caricia tuya
para mis penas.

Salí por la mañana
Entre los hombres,
¡y encontré tantos ricos
que estaban pobres!
La tierra llora,
Porque sin ti la vida
es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos,
sin ilusiones!;
en ti buscan asilo
sus manos torpes.
Tu amor amigo,
todo tu santo fuego,
para su frío.

Yo roturé la tierra
y puse trigo;
tú diste el crecimiento
para tus hijos.
Así, en la tarde,
con el cansancio a cuestas,
te alabo, Padre.

Quiero todos los días
Salir contigo,
y volver a la tarde
siendo tu amigo.
Volver a casa
y extenderte las manos
dándote gracias. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Señor, Dios mío, a ti te grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 29
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos invita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
"no vacilaré jamás".
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios:
"¿qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme".

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Señor, Dios mío, a ti te grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Antífona 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

SALMO 31
ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: "confesaré al Señor mi culpa",
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

CÁNTICO: APOCALIPSIS 11, 17-18; 12, 10B-12A
EL JUICIO DE DIOS
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA BREVE

1 Pedro 1, 6-9
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

RESPONSORIO BREVE

V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

LUCAS 1, 46-55
CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

Mira a tus hijos, Señor. 

Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo, 
haz que recordemos siempre tus maravillas. 

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad   
y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti, 
no sea que en vano se cansen los que la construyen. 

Manda, Señor, trabajadores a tu mies, 
para que tu nombre sea conocido en el mundo. 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos 
y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino. 

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro
que estás en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hagase tu voluntad
asi en la tierra como en el cielo
el pan nuestro de cada día 
danoslo hoy
y perdonanos nuestras deudas
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores
y no nos dejes caer en la tentación 
mas líbranos del mal.


ORACIÓN

Oh Dios, que creas la paz y amas la caridad, tú que otorgaste a santa Isabel de Portugal la gracia de conciliar a los hombres enfrentados, muévenos, por su intercesión, a poner nuestros esfuerzos al servicio de la paz, para que merezcamos llamarnos hijos de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

25 de septiembre de 2014



COMPLETAS

JUEVES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HIMNO

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Mi carne descansa serena.

SALMO 15
EL SEÑOR ES EL LOTE DE MI HEREDAD

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; 
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien". 
Los dioses y señores de la tierra 
no me satisfacen. 

Multiplican las estatuas 
de dioses extraños; 
no derramaré sus libaciones con mis manos, 
ni tomaré sus nombres en mis labios. 

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; 
mi suerte está en tu mano: 
me ha tocado un lote hermoso, 
me encanta mi heredad. 

Bendeciré al Señor, que me aconseja, 
hasta de noche me instruye internamente. 
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré. 

Por eso se me alegra el corazón, 
se gozan mis entrañas, 
y mi carne descansa serena. 
Porque no me entregarás a la muerte, 
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 

Me enseñarás el sendero de la vida, 
me saciarás de gozo en tu presencia, 
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 1: Mi carne descansa serena.

LECTURA BREVE

1 Tesalonicenses 5, 23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN

V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Bajo tu amparo nos acogemos
Madre del Redentor, virgen fecunda
Salve, Reina de los cielos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muestranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!




LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

25 de septiembre de 2014



OFICIO DE LECTURA

JUEVES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

Semana I del Salterio
FERIA

INVOCACIÓN INICIAL


Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Se añade el Salmo del Invitatorio [Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23], con la siguiente antífona:

Antífona: Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios



Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien:

Con gozo el corazón cante la vida,
presencia y maravilla del Señor,
de luz y de color bella armonía,
sinfónica cadencia de su amor.

Palabra esplendorosa de su Verbo,
cascada luminosa de verdad,
que fluye en todo ser que en él fue hecho
imagen de su ser y de su amor.

La fe cante al Señor, y su alabanza,
palabra mensajera del amor,
responda con ternura a su llamada
en himno agradecido a su gran don.

Dejemos que su amor nos llene el alma
en íntimo diálogo con Dios,
en puras claridades cara a cara,
bañadas por los rayos de su sol.

Al Padre subirá nuestra alabanza
por Cristo, nuestro vivo intercesor,
en alas de su Espíritu que inflama
en todo corazón su gran amor. Amén.


Antífona 1: La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

SALMO 17 - IV
EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.

¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto.

Él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 1: La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

Antífona 2: Tu diestra, Señor, me sostuvo.

SALMO 17 - V
EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Me dejaste tu escudo protector, 
tu diestra me sostuvo, 
multiplicaste tus cuidados conmigo. 
Ensanchaste el camino a mis pasos, 
y no flaquearon mis tobillos; 

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo, 
y no me volvía sin haberlo aniquilado: 
los derroté, y no pudieron rehacerse, 
cayeron bajo mis pies. 

Me ceñiste de valor para la lucha, 
doblegaste a los que me resistían; 
hiciste volver a la espalda a mis enemigos, 
rechazaste a mis adversarios. 

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba; 
gritaban al Señor, pero no les respondía. 
Los reduje a polvo, que arrebataba el viento; 
los pisoteaba como barro de las calles. 

Me libraste de las contiendas de mi pueblo, 
me hiciste cabeza de naciones, 
un pueblo extraño fue mi vasallo. 

Los extranjeros me adulaban, 
me escuchaban y me obedecían. 
Los extranjeros palidecían 
y salían temblando de sus baluartes. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 2: Tu diestra, Señor, me sostuvo.

Antífona 3: Viva el Señor, bendito sea mi Dios y Salvador.

SALMO 17 - VI
EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, 
sea ensalzado mi Dios y Salvador: 
el Dios que me dio el desquite 
y me sometió los pueblos; 

que me libró de mis enemigos, 
me levantó sobre los que resistían 
y me salvó del hombre cruel. 

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, 
y tañeré en honor de tu nombre: 
tu diste gran victoria a tu rey, 
tuviste misericordia de tu Ungido, 
de David y su linaje por siempre. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 3: Viva el Señor, bendito sea mi Dios y Salvador.

VERSÍCULO

V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Tobías 6, 1-22
VIAJE DE TOBÍAS CON EL ÁNGEL

Cuando salieron el muchacho y el ángel, el perro se fue con ellos. Caminaron hasta que se les hizo de noche, y acamparon junto al río Tigris. El muchacho bajó hasta el río a lavarse los pies, y un pez enorme saltó del río intentando arrancarle un pie; Tobías dio un grito, y el ángel le dijo: «¡Cógelo, no lo sueltes!»

Tobías sujetó al pez y lo sacó a tierra. Entonces, el ángel le dijo: «Ábrelo, quítale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos, porque sirven como remedios; los intestinos, tíralos.»

El chico abrió el pez y juntó la hiel, el corazón y el hígado; luego, asó un trozo del pez, lo comió y saló el resto. Siguieron su camino juntos hasta llegar a Media. Entonces, Tobías preguntó al ángel: «Amigo Azarías, ¿qué remedios se sacan del corazón, el hígado y la hiel del pez?»

El ángel respondió: «Si a un hombre o a una mujer le dan ataques de un demonio o un espíritu malo, se queman allí delante el corazón y el hígado del pez, y ya no le vuelven los ataques. Y, si uno tiene manchas blancas en los ojos, se le unta con la hiel; luego, se sopla, y queda curado.»

Habían entrado ya en Media, y estaban cerca de Ecbatana, cuando Rafael dijo al chico: «Amigo Tobías.»

Él respondió: «¿Qué?»

Rafael dijo: «Hoy vamos a hacer noche en casa de Ragüel. Es pariente tuyo, y tiene una hija llamada Sara. Es hija única. Tú eres el pariente con más derecho a casarse con ella y a heredar los bienes de su padre. La muchacha es formal, decidida y muy hermosa, y su padre es de buena posición.»

Luego, siguió: «Tú tienes derecho a casarte con ella. Escucha, amigo. Esta misma noche hablaré al padre acerca de la muchacha, para que te la reserve como prometida. Y, cuando volvamos de Ragués, hacemos la boda. Estoy seguro de que Ragüel no va a poner obstáculos ni la va a casar con otro, pues se expondría a la pena de muerte, según la ley de Moisés, sabiendo como sabe que su hija te pertenece a ti antes que a cualquier otro. De manera que escucha, amigo. Esta misma noche vamos a tratar acerca de la muchacha y hacemos la petición de mano. Luego, cuando volvamos de Ragués, la recogemos y la llevamos con nosotros a tu casa.»

Tobías le dijo: «Amigo Azarías, he oído que ya se ha casado siete veces, y todos los maridos han muerto en la alcoba la noche de bodas, cuando se acercaban a ella. He oído decir que los mataba un demonio; y como el demonio no le hace daño a ella, pero mata al que quiere acercársele, yo, como soy hijo único, tengo miedo de morirme y de mandar a la sepultura a mis padres del disgusto que les iba a dar. Y no tienen otro hijo que pueda enterrarlos.»

El ángel le preguntó: «¿Y no te acuerdas de las recomendaciones que te hizo tu padre, que te casaras con una de la familia? Mira, escucha, amigo, no te preocupes por ese demonio; tú, cásate con ella; sé que esta misma noche te la darán como esposa. Y, cuando vayas a entrar en la alcoba, coge un poco del hígado y del corazón del pez. y échalo en el brasero del incienso.

Al esparcirse el olor, en cuanto el demonio lo huela, escapará y ya no volverá a aparecer cerca de ella. Cuando vayas a unirte a ella, levantaos antes los dos y haced oración, pidiendo al Señor del cielo que os conceda su misericordia y que os proteja. No temas; que ella te está destinada desde la eternidad; tú la salvarás, ella irá contigo, y pienso que te dará hijos muy queridos. No te preocupes.»

Al oír Tobías lo que iba diciendo Rafael, y que Sara era pariente suya, de la familia de su padre, le tomó cariño y se enamoró de ella.

RESPONSORIO


R. Acuérdate del Señor toda tu vida; * no consientas en pecado ni quebrantes sus mandamientos.
V. Da gracias al Señor como es debido y bendice al Rey de los siglos.
R. No consientas en pecado ni quebrantes sus mandamientos.

SEGUNDA LECTURA

Del sermón de san Agustín, obispo, sobre los pastores (Sermón 46, 24-25. 27: CCL 41, 551-553)
APACENTARÉ A MIS OVEJAS EN RICOS PASTIZALES

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel. Compara a los autores de las sagradas Escrituras con los montes de Israel. En ellas habéis de apacentaros para pacer con seguridad. Saboread bien cuanto en ellas oigáis; rechazad cuanto venga de fuera. Para no extraviaros en la tiniebla, escuchad la voz del pastor. Recogeos en los montes de la sagrada Escritura. En ella se encuentran las delicias de vuestro corazón, en ella no hay nada venenoso, nada extraño; son pastos ubérrimos. Lo único que tenéis que hacer, las que estáis sanas, es acudir a apacentaros en los montes de Israel.

En las cañadas y en los poblados del país. Porque de los montes, de los que hemos hablado, manaron los ríos de la predicación evangélica, ya que a toda la tierra alcanza su pregón, y la tierra entera se volvió abundante y fecunda para pasto de las ovejas.

Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel, o sea, donde puedan descansar y decir: "Se está bien," donde digan: "Es verdad, está claro, no nos han engañado". Descansarán en la gloria de Dios, como si fueran sus dehesas. Se recostarán, es decir, descansarán, en fértiles dehesas.

Y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel. Ya hablé de los montes de Israel, de los buenos montes a los que levantamos nuestros ojos para que desde ellos descienda sobre nosotros el auxilio. Pero nuestro auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Por eso, para que nuestra esperanza no se detuviese en los montes, por buenos que fueran, después de decir: Apacentaré a mis ovejas en los montes de Israel, añadió en seguida, para que no te quedases en los montes: Yo mis mo a pa cen tar é a mis ovejas.

Levanta tus ojos hacia los montes, de donde habrá de venir tu auxilio, pero escúchale decir: Yo mis mo las ap ac en taré . Porque tu auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Y concluye así: Y las apacentaré como es debido. Es el único que las apacienta, y que las apacienta como es debido. ¿Qué hombre puede juzgar debidamente a otro hombre?

No hay por todas partes más que juicios temerarios. Aquel del que desesperábamos cambia de repente y se convierte en el mejor. Aquel, por el contrario, del que tanto esperábamos falla súbitamente y se vuelve el peor. Ni nuestro temor ni nuestro amor son siempre acertados.

Lo que hoy es cada uno, apenas si uno mismo lo sabe. Aunque, en definitiva, puede llegar a saberlo. Pero, lo que va a ser mañana, ni uno mismo lo sabe. Aquél, en cambio, apacienta a sus ovejas como es debido, dándoles a cada una lo suyo; esto a éstas, aquello a aquéllas, pero siempre a cada una lo que es debido, pues sabe lo que hace. Apacienta como es debido a los que redimió después de haberlos juzgado. Eso es lo que quiere decir que los apacienta como es debido.

RESPONSORIO


R. Yo soy el buen Pastor, * y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
V. Yo mismo buscaré mis ovejas y seguiré sus huellas, y las sacaré de entre los pueblos y las apacentaré.
R. Y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.


ORACIÓN


Oh Dios, haz hecho del amor a ti y a los hermanos la plenitud de la Ley; concédenos cumplir tus mandamientos y llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


CONCLUSIÓN


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.