LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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8 de noviembre de 2014I VÍSPERASXXXII DOMINGO ORDINARIODel Domingo IV del SalterioINVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Hoy rompe la clausura del surco empedernido el grano en él hundido por nuestra mano dura y hoy da su flor primea la rama sin pecado del árbol mutilado por nuestra mano fiera. Hoy triunfa el buen Cordero que, en esta tierra impía, se dio con alegría por el rebaño entero; y hoy junta su extraviada majada y la conduce al sitio en que reluce la luz resucitada. Hoy surge, viva y fuerte, segura y vencedora, la Vida que hasta ahora yacía en honda muerte; y hoy alza del olvido sin fondo y de la nada al alma rescatada y al mundo redimido. Amén. SALMODIA Antífona 1: Desead la paz a Jerusalén. SALMO 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Desead la paz a Jerusalén. Antífona 2: Desde la aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor. SALMO 129 DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 1: Desead la paz a Jerusalén. Antífona 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. CÁNTICO: FILIPENSES 2, 6-11 CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. LECTURA BREVE 2 Pedro 1, 19-21 Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones. Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios, movidos por el Espíritu Santo. RESPONSORIO BREVE V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. V. Su gloria se eleva sobre los cielos. R. Alabado sea el nombre del Señor. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Aunque el esposo tarde, velad, porque no sabéis el día ni la hora. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: PRECES Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y digámosle: Míranos y escúchanos, Señor. Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, que nos has librado de nuestros pecados por tu sangre, –no permitas que olvidemos nunca tus beneficios. Haz que aquellos a quienes elegiste como mensajeros de tu Evangelio –sean siempre fieles y celosos administradores de los misterios del reino. Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las naciones, –para que atiendan con interés a los pobres y postergados. Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición social, lengua o religión, –y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos. Se pueden añadir algunas intenciones libres. A los que han muerto en tu amor, dales también parte en tu felicidad, –con María y con todos tus santos. Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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8 de noviembre de 2014COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN LAS I VÍSPERAS DEL DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cristo, Señor de la noche, que disipas las tinieblas: mientras los cuerpos reposan, se tú nuestro centinela. Después de tanta fatiga, depués de tanta dureza, acógenos en tus brazos y danos noche serena. Si nuestros ojos se duermen, que el alma esté siempre en vela; en paz cierra nuestros párpados para que cesen las penas. Y que al despuntar el alba, otra vez con fuerzas nuevas, te demos gracias, oh Cristo, por la vida que comienza. Amén. SALMODIA Antífona 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. SALMO 4 ACCIÓN DE GRACIAS Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?" Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Antífona 2: Durante la noche, bendecid al Señor. SALMO 133 ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Durante la noche, bendecid al Señor. LECTURA BREVE Deuteronomio 6, 4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas la fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo , que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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8 de noviembre de 2014OFICIO DE LECTURASÁBADO DE LA SEMANA XXXI DEL TIEMPO ORDINARIODel sábado III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle. [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien: Señor, tú que llamaste del fondo del no ser todos los seres, prodigios del cincel de tu palabra, imágenes de ti resplandecientes. Señor, tú que creaste la bella nave azul en que navegan los hijos de los hombres, entre espacios repletos de misterio y luz de estrellas. Señor, tú que nos diste la inmensa dignidad de ser tus hijos, no dejes que el pecado y que la muerte destruyan en el hombre el ser divino. Señor, tú que salvaste al hombre de caer en el vacío, recréanos de nuevo en tu Palabra y llámanos de nuevo al paraíso. Oh Padre, tú que enviaste al mundo de los hombres a tu Hijo, no dejes que se apague en nuestras almas la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén. SALMODIA Antífona 1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.SALMO 106 - I ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países: norte y sur, oriente y occidente. Erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino de ciudad habitada; pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida; pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Los guió por un camino derecho, para que llegaran a una ciudad habitada. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes. Yacían en oscuridad y tinieblas, cautivos de hierros y miserias; por haberse rebelado contra los mandamientos, despreciando el plan del Altísimo. Él humilló su corazón con trabajos, sucumbían y nadie los socorría. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Los sacó de las sombrías tinieblas, arrancó sus cadenas. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Destrozó las puertas de bronce, quebró los cerrojos de hierro. Estaban enfermos por sus maldades, por sus culpas eran afligidos; aborrecían todos los manjares, y ya tocaban las puertas de la muerte. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Envió su palabra para curarlos, para salvarlos de la perdición. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Ofrézcanle sacrificios de alabanza, y cuenten con entusiasmo sus acciones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Antífona 2: Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas. SALMO 106 - II ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano. Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto: subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo, rodaban, se tambaleaban como borrachos, y no les valía su pericia. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Aclámenlo en la asamblea del pueblo, alábenlo en el consejo de los ancianos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas. Antífona 3: Los rectos lo ven y se alegran, y comprenden la misericordia del Señor. SALMO 106 - III ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Él transformará los ríos en desierto, los manantiales de agua en aridez; la tierra fértil en marismas, por la depravación de sus habitantes. Transforma el desierto en estanques, el erial en manantiales de agua. Coloca allí a los hambrientos, y fundan una ciudad para habitar. Siembran campos, plantan huertos, recogen cosechas. Los bendice, y se multiplican, y no les escatima el ganado. Si menguan, abatidos por el peso de infortunios y desgracias, el mismo que arroja desprecio sobre los príncipes y los descarría por una soledad sin caminos levanta a los pobres de la miseria y multiplica sus familias como rebaños. Los rectos lo ven y se alegran, a la maldad se le tapa la boca. El que sea sabio, que recoja estos hechos y comprenda la misericordia del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Los rectos lo ven y se alegran, y comprenden la misericordia del Señor. VERSÍCULO V. Tu fidelidad, Señor, llega hasta las nubes. R. Tus sentencias son como el océano inmenso. PRIMERA LECTURA Del libro de la Sabiduría 18, 1-16; 19, 3-9 LA NOCHE DE LA PASCUA Tus santos disfrutaban de espléndida luz; los egipcios, que oían sus voces sin ver su figura, los felicitaban por no haber padecido como ellos; les daban las gracias porque no se desquitaban de los malos tratos recibidos y les pedían por favor que se marcharan. Entonces, les proporcionaste una columna de fuego, que los guiara en el viaje desconocido, y un sol, inofensivo, para sus andanzas gloriosas. En cambio, bien merecían verse privados de luz, prisioneros de las tinieblas, los que tuvieron encerrados en prisión a tus hijos, los cuales habían de dar al mundo la luz imperecedera de la ley. Cuando decidieron matar a los niños de los santos -y se salvó uno solo, expósito-, en castigo les arrebataste sus hijos en masa, y los eliminaste a todos juntos en las aguas formidables. Aquella noche fue anunciada de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los enemigos, pues con una misma acción castigabas a los adversarios y nos honrabas llamándonos a ti. Los piadosos herederos de las bendiciones ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes, y empezaron a entonar los himnos tradicionales. Hacían eco los gritos destemplados de los enemigos, y cundía el clamor quejumbroso del duelo por sus hijos; idéntico castigo sufrían el esclavo y el amo, el plebeyo y el rey padecían lo mismo; todos sin distinción tenían muertos innumerables, víctimas de la misma muerte; los vivos no daban abasto para enterrarlos, porque en un momento pereció lo mejor de su raza. Aunque la magia los había hecho desconfiar de todo, cuando el exterminio de los primogénitos confesaron que el pueblo aquel era hijo de Dios. Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente, como paladín inexorable, descendió del cielo, desde el trono real al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Pero aquellos, antes de terminar los funerales, llorando junto a las tumbas de los muertos, tramaron otro plan insensato, y a los que habían expulsado con súplicas, los perseguían como fugitivos. Hasta este extremo los arrastró su merecido destino y los hizo olvidarse del pasado, para que remataran con sus torturas el castigo pendiente, y, mientras tu pueblo realizaba un viaje sorprendente, toparan ellos con una muerte insólita. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador. RESPONSORIO R. Tus santos, Señor, realizaron un viaje sorprendente, cumpliendo tus órdenes, y los guardaste incólumes en medio del violento oleaje. * Emergió la tierra firme, convertido el mar Rojo en camino practicable. V. Cantaron, Señor, un himno a tu santo nombre, ensalzando a coro tu mano victoriosa. R. Emergió la tierra firme, convertido el mar Rojo en camino practicable. SEGUNDA LECTURA Del tratado de san Ambrosio, obispo, sobre el bien de la muerte (Caps. 3, 9; 4,15: CSEL 32, 710. 716-717) EN TODA OCASIÓN, LLEVEMOS EN EL CUERPO LA MUERTE DE JESÚS Dice el Apóstol: El mundo está crucificado para mi, y yo para el mundo. Existe, pues, en esta vida una muerte que es buena; por ello se nos exhorta a que en toda ocasión y por todas partes, llevemos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Que la muerte vaya, pues, actuando en nosotros, para que también se manifieste en nosotros la vida, es decir, para que obtengamos aquella vida buena que sigue a la muerte, vida dichosa después de la victoria, vida feliz, terminado el combate, vida en la que la ley de la carne no se opone ya a la ley del espíritu, vida, finalmente, en la que ya no es necesario luchar contra el cuerpo mortal, porque el mismo cuerpo mortal ha alcanzado ya la victoria. Yo mismo no sabría decir si la grandeza de esta muerte es mayor incluso que la misma vida. Pues me hace dudar la autoridad del Apóstol que afirma: Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. En efecto, ¡cuántos pueblos no fueron engendrados a la vida por la muerte de uno solo! Por ello, enseña el Apóstol que los que viven en esta vida deben apetecer que la muerte feliz de Cristo brille en sus propios cuerpos y deshaga nuestra condición física para que nuestro hombre interior se renueve y, si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenga lugar la edificación de una casa eterna en el cielo. Imita, pues, la muerte del Señor quien se aparta de la vida según la carne y aleja de sí aquellas injusticias de las que el Señor dice por Isaías: Abre las prisiones injustas, haz saltar los cerrojos de los cepos, deja libres a los oprimidos, rompe todos los cepos. El Señor, pues, quiso morir y penetrar en el reino de la muerte para destruir con ello toda culpa; pero, a fin de que la naturaleza humana no acabara nuevamente en la muerte, se nos dio la resurrección de los muertos: así por la muerte, fue destruida la culpa y, por la resurrección, la naturaleza humana recobró la inmortalidad. La muerte de Cristo es, pues, como la transformación del universo. Es necesario, por tanto, que también tú te vayas transformando sin cesar: debes pasar de la corrupción a la incorrupción, de la muerte a la vida, de la mortalidad a la inmortalidad, de la turbación a la paz. No te perturbe, pues, el oír el nombre de muerte, antes bien, deléitate en los dones que te aporta este tránsito feliz. ¿Qué significa en realidad para ti la muerte sino la sepultura de los vicios y la resurrección de las virtudes? Por eso, dice la Escritura: Que mi muerte sea la de los justos, es decir, sea yo sepultado como ellos, para que desaparezcan mis culpas y sea revestido de la santidad de los justos, es decir, de aquellos que llevan en su cuerpo y en su alma la muerte de Cristo. RESPONSORIO R. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él; * si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él. V. El hombre paciente resiste hasta el momento preciso, mas luego brotará para él abundantemente la alegría. R. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él. ORACIÓN Señor de poder y misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |