Liturgia de la Horas

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

9 de diciembre de 2014



LAUDES

MEMORIA DE SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN

Del Común de los santos varones Del martes II del Salterio

Nació en Cuautitlán, hacia 1474. Se convirtió a la fe por la predicación de los primeros misioneros. "Buen cristiano y temeroso de Dios", fue escogido por él para ser el mensajero de "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive", misión que cumplió fielmente. Vivió junto a la ermita de nuestra Señora de Guadalupe unos 17 años, hasta su muerte, acaecida en 1548. Dejó fama de santidad.

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Antífona: Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

SALMO 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

HIMNO

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dador de la Vida,
al Dueño de cuanto nos rodea,
porque nos ha entregado sus flores y cantos.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti, Juan Diego, el más pequeño,
olmos el Canto Florido;
por ti vuelan en nuestra tierra
las mariposas de jade
y el reluciente colibrí abre sus alas.

¡Dancemos! ¡cantemos!
porque tú nos recuerdas que vivimos
en la tierra de nuestro sustento,
en la tierra del maíz,
de nuestra carne.

Suene para el Verdadero Dios por quien se vive
el atabal de la alegría,
el huehuetl de nuestro gozo.

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dios Antiguo y Nuevo,
porque tú recogiste fragantes flores
ahí donde perdura el Rocío
y se abre el Brillante arcoíris
que cubrió la montaña.

¡Dancemos! ¡cantemos!
vivimos agradecidos,
ya no estamos tristes,
no fuimos traicionados, Juan Diego.
El Dios de nuestros padres y abuelos
nos entrega plena su Palabra.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti se quedó entre nosotros, Juan Diego.
Nuestra Madre, Nuestra Muchachita,
tu Hija Menor, Nuestra Señora,
Nuestra Niña,
Tonantzin—Guadalupe.
Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

SALMO 42
DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad;
sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios;
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios; que volverás a alabarlo: 
«Salud de mi rostro, Dios mío.» 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

CÁNTICO: ISAÍAS 38, 10-14. 17-20
ANGUSTIAS DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Y a no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres 
entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida,
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida, 
y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león, 
día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma. 
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía 
y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias, 
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad 
los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban: 
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas 
todos nuestros días en la casa del Señor. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Antífona 3: ¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión.

SALMO 64
SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión, 
y a ti se te cumplen los votos, 
porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman, 
pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;

tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: ¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión.

LECTURA BREVE

Efesios 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

V. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
V. Señor, por ti madrugo, dame una señal propicia.
R. ¿De dónde me vendrá el auxilio?
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: Aquí está su Dios.

LUCAS 1, 68-79
CÁNTICO DE ZACARÍAS. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona: Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: Aquí está su Dios.

PRECES

Alabemos a Dios Padre todopoderoso, el Creador por quien se vive, y digámosle:

Señor, por quien vivimos, escucha nuestras plegarias.

Bendito seas, Señor del universo, que en tu inmensa piedad nos enviaste a la Madre de tu Hijo,
— para llamarnos a la fe y hacernos ingresar en tu pueblo santo.

Te bendecimos, Señor, porque ocultaste tu mensaje a los sabios y prudentes según el mundo y lo revelaste a los pequeños,
— a los que son tenidos por insignificantes y despreciables.

Concédenos ser, como Juan Diego, embajadores tuyos muy dignos de confianza,
— que llevemos a todos los hombres y a todas las naciones tu mensaje de amor y de paz.

Tú que, con la presencia de María, haces brillar los riscos como perlas y las espinas como el oro,
— haz que el amor de la Santísima Virgen María nos transforme en otros cristos.

Haz que, como Juan Diego, seamos siempre fieles al culto divino y a tus mandatos,
— para que merezcamos, también nosotros, que la Virgen María nos salga al paso en el camino de nuestra vida.

Tú que permitiste que los misioneros encontraran en los indígenas buenos colaboradores en la evangelización,
— suscita en todos un testimonio de fe viva y operante en las condiciones ordinarias de la vida cotidiana.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con la confianza que nos da la predilección mostrada a Juan Diego por la Santa Madre de Dios hacia nosotros, digámosle al Padre de los Cielos, con profundo amor filial:
Padre nuestro
que estás en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hagase tu voluntad
asi en la tierra como en el cielo
el pan nuestro de cada día 
danoslo hoy
y perdonanos nuestras deudas
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores
y no nos dejes caer en la tentación 
mas líbranos del mal.


ORACIÓN

Dios nuestro, que concediste a Juan Diego el privilegio de ser el mensajero de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre del Salvador, concédenos por su intercesión la gracia de transformarnos en templos vivos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

9 de diciembre de 2014



VÍSPERAS

MEMORIA DE SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN

Del Común de los santos varones Del martes II del Salterio

Nació en Cuautitlán, hacia 1474. Se convirtió a la fe por la predicación de los primeros misioneros. "Buen cristiano y temeroso de Dios", fue escogido por él para ser el mensajero de "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive", misión que cumplió fielmente. Vivió junto a la ermita de nuestra Señora de Guadalupe unos 17 años, hasta su muerte, acaecida en 1548. Dejó fama de santidad.

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

HIMNO

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dador de la Vida,
al Dueño de cuanto nos rodea,
porque nos ha entregado sus flores y cantos.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti, Juan Diego, el más pequeño,
olmos el Canto Florido;
por ti vuelan en nuestra tierra
las mariposas de jade
y el reluciente colibrí abre sus alas.

¡Dancemos! ¡cantemos!
porque tú nos recuerdas que vivimos
en la tierra de nuestro sustento,
en la tierra del maíz,
de nuestra carne.

Suene para el Verdadero Dios por quien se vive
el atabal de la alegría,
el huehuetl de nuestro gozo.

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dios Antiguo y Nuevo,
porque tú recogiste fragantes flores
ahí donde perdura el Rocío
y se abre el Brillante arcoíris
que cubrió la montaña.

¡Dancemos! ¡cantemos!
vivimos agradecidos,
ya no estamos tristes,
no fuimos traicionados, Juan Diego.
El Dios de nuestros padres y abuelos
nos entrega plena su Palabra.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti se quedó entre nosotros, Juan Diego.
Nuestra Madre, Nuestra Muchachita,
tu Hija Menor, Nuestra Señora,
Nuestra Niña,
Tonantzin—Guadalupe.
Amén.


SALMODIA

Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.

SALMO 48 - I
VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe: 
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente, 
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos, 
cuando me cerquen y me acechen los malvados, 
que confían en su opulencia 
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse 
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida, 
que nunca les bastará 
para vivir perpetuamente 
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren, 
lo mismo que perecen los ignorantes y necios, 
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua 
y su casa de edad en edad, 
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.

Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

SALMO 48 - II
VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Éste es el camino de los confiados, 
el destino de los hombres satisfechos:

son un rebaño para el abismo, 
la muerte es su pastor, 
y bajan derechos a la tumba; 
se desvanece su figura 
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva, 
me saca de las garras del abismo 
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre 
y aumenta el fasto de su casa: 
cuando muera, no se llevará nada, 
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaba: 
«Ponderan lo bien que lo pasas», 
irá a reunirse con sus antepasados, 
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.

Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

CÁNTICO: APOCALIPSIS 4,11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, 
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo; 
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios 
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; 
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes 
y reinan sobre la tierra.

Digno es el cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

LECTURA BREVE

Efesios 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

V. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
V. Señor, por ti madrugo, dame una señal propicia.
R. ¿De dónde me vendrá el auxilio?
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: Aquí está su Dios.

LUCAS 1, 46-55
CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: Aquí está su Dios.

PRECES

Alabemos a Dios Padre todopoderoso, el Creador por quien se vive, y digámosle:

Señor, por quien vivimos, escucha nuestras plegarias.

Bendito seas, Señor del universo, que en tu inmensa piedad nos enviaste a la Madre de tu Hijo,
— para llamarnos a la fe y hacernos ingresar en tu pueblo santo.

Te bendecimos, Señor, porque ocultaste tu mensaje a los sabios y prudentes según el mundo y lo revelaste a los pequeños,
— a los que son tenidos por insignificantes y despreciables.

Concédenos ser, como Juan Diego, embajadores tuyos muy dignos de confianza,
— que llevemos a todos los hombres y a todas las naciones tu mensaje de amor y de paz.

Tú que, con la presencia de María, haces brillar los riscos como perlas y las espinas como el oro,
— haz que el amor de la Santísima Virgen María nos transforme en otros cristos.

Haz que, como Juan Diego, seamos siempre fieles al culto divino y a tus mandatos,
— para que merezcamos, también nosotros, que la Virgen María nos salga al paso en el camino de nuestra vida.

Tú que permitiste que los misioneros encontraran en los indígenas buenos colaboradores en la evangelización,
— suscita en todos un testimonio de fe viva y operante en las condiciones ordinarias de la vida cotidiana.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con la confianza que nos da la predilección mostrada a Juan Diego por la Santa Madre de Dios hacia nosotros, digámosle al Padre de los Cielos, con profundo amor filial:
Padre nuestro
que estás en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hagase tu voluntad
asi en la tierra como en el cielo
el pan nuestro de cada día 
danoslo hoy
y perdonanos nuestras deudas
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores
y no nos dejes caer en la tentación 
mas líbranos del mal.


ORACIÓN

Dios nuestro, que concediste a Juan Diego el privilegio de ser el mensajero de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre del Salvador, concédenos por su intercesión la gracia de transformarnos en templos vivos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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9 de diciembre de 2014



COMPLETAS

ORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL MARTES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HIMNO

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
depués de tanta dureza, 
acógenos en tus brazos 
y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

SALMO 142,1-11
ORACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración; 
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo, 
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me pesigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro, 
me confina a las tinieblas 
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones, 
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti. 
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tu eres mi Dios.
Tu espíritu que es bueno, 
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona 1: No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

LECTURA BREVE

1 Pedro 5, 8-9
Sed sobrios, estad despiertos, vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

BENDICIÓN

V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Bajo tu amparo nos acogemos
Madre del Redentor, virgen fecunda
Salve, Reina de los cielos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muestranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!




LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

9 de diciembre de 2014



OFICIO DE LECTURA

MEMORIA DE SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN

Del Común de los santos varones Del martes II del Salterio

Nació en Cuautitlán, hacia 1474. Se convirtió a la fe por la predicación de los primeros misioneros. "Buen cristiano y temeroso de Dios", fue escogido por él para ser el mensajero de "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive", misión que cumplió fielmente. Vivió junto a la ermita de nuestra Señora de Guadalupe unos 17 años, hasta su muerte, acaecida en 1548. Dejó fama de santidad.

INVOCACIÓN INICIAL

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Antífona: Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

[ver salmo]     [no ver salmo]



Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien:

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dador de la Vida,
al Dueño de cuanto nos rodea,
porque nos ha entregado sus flores y cantos.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti, Juan Diego, el más pequeño,
olmos el Canto Florido;
por ti vuelan en nuestra tierra
las mariposas de jade
y el reluciente colibrí abre sus alas.

¡Dancemos! ¡cantemos!
porque tú nos recuerdas que vivimos
en la tierra de nuestro sustento,
en la tierra del maíz,
de nuestra carne.

Suene para el Verdadero Dios por quien se vive
el atabal de la alegría,
el huehuetl de nuestro gozo.

¡Dancemos! ¡cantemos!
al Dios Antiguo y Nuevo,
porque tú recogiste fragantes flores
ahí donde perdura el Rocío
y se abre el Brillante arcoíris
que cubrió la montaña.

¡Dancemos! ¡cantemos!
vivimos agradecidos,
ya no estamos tristes,
no fuimos traicionados, Juan Diego.
El Dios de nuestros padres y abuelos
nos entrega plena su Palabra.

¡Dancemos! ¡cantemos!
Por ti se quedó entre nosotros, Juan Diego.
Nuestra Madre, Nuestra Muchachita,
tu Hija Menor, Nuestra Señora,
Nuestra Niña,
Tonantzin—Guadalupe.
Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

SALMO 36 - I
LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:

cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 1: Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Antífona 2: Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

SALMO 36 - II
LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él;
pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.

Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a los pobres y humildes,
para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán.

Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agotarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán;

pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán.

El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.

Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.

Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 2: Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

Antífona 3: Confía en el Señor y sigue su camino.

SALMO 36 - III
LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio.

Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.

Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso;
volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.

Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 3: Confía en el Señor y sigue su camino.

VERSÍCULO

V. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R. Enderezad las sendas para nuestro Dios.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 24, 19-25, 5
EL DÍA DEL SEÑOR. HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS

En aquel día, se estremecerán los cimientos de la tierra, se tambaleará, se bamboleará la tierra, se hará pedazos la tierra, se moverá y removerá la tierra, vacilará, vacilará la tierra como un beodo, se balanceará como una cabaña; pesará sobre ella su rebeldía, caerá, y no volverá a levantarse.

Aquel día castigará el Señor al ejército de lo alto en lo alto y a los reyes de la tierra en la tierra; serán amontonados en montón los prisioneros en el pozo, serán encerrados en la cárcel y al cabo de muchos días serán visitados. Se afrentará la luna llena, se avergonzará el pleno sol, cuando reine el Señor de los ejércitos en el monte Sión y en Jerusalén, y esté la Gloria en presencia de sus ancianos.

Señor, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes muy de antemano que no fallan. Porque has puesto la ciudad como un majano, y la villa fortificada, hecha como una ruina; el alcázar de orgullosos no es ya ciudad, y nunca será reedificado.

Por eso te glorificará un pueblo poderoso, villa de gentes despóticas te temerá. Porque fuiste fortaleza para el débil, fortaleza para el pobre en su aprieto, parapeto contra el temporal, sombra contra el calor. Porque el aliento de los déspotas es como lluvia de invierno. Como calor en sequedal humillarás el estrépito de los poderosos; como el calor a la sombra de una nube, el himno de los déspotas se debilitará.

RESPONSORIO


R. Señor, tú eres mi Dios, te alabaré y te daré gracias, * porque has realizado maravillas.
V. Has sido baluarte para el pobre, fortaleza para el desvalido en su angustia.
R. Porque has realizado maravillas.

SEGUNDA LECTURA

Del decreto del Papa Juan Pablo II (México, 31 de julio de 2002).
LA VIRGEN MARÍA CONSOLÓ A JUAN DIEGO

Exaltó a los humildes (Lc 1, 52): Dios Padre puso su mirada en un humilde indígena mexicano, Juan Diego, al que enriqueció con el don de renacer en Cristo, de contemplar el rostro de la bienaventurada Virgen María y de unirlo a la evangelización del continente americano. De esta manera se muestra la verdad que encierran las palabras del Apóstol Pablo cuando enseña el método por el que se lleva a cabo la salvación.

Lo plebeyo y despreciable del mundo, lo que no es, Dios lo eligió para vencer lo que es, para que ninguna carne se gloríe en presencia de Dios (1 Co 1, 28-29). Este beato que, según la tradición se llama Cuauhtlatoatzin, nombre que significa “águila habladora”, nació alrededor del año 1474 en Cuauhtitlan, en el reino conocido comúnmente como Texcoco. Ya adulto y habiendo contraído matrimonio, abrazó el Evangelio y fue bautizado junto con su esposa, dispuesto a vivir a la luz de la fe y de manera coherente con las obligaciones asumidas ante Dios y la Iglesia.

En el mes de diciembre del año 1531, cuando caminaba hacia Tlatelolco, en el monte llamado Tepeyac se le apareció la Madre de Dios, que le ordenó que pidiese al obispo mexicano que se edificase un templo en el lugar de la parición. Ante las peticiones insistentes del indígena, el obispo exigió una prueba evidente del extraordinario suceso. El día 12 de diciembre, la bienaventurada Virgen María se volvió a aparecer a Juan Diego, lo consoló y le ordenó que se dirigiese a la cumbre del monte Tepeyac, donde habría de recoger unas flores y regresar con ellas. A pesar del frío invernal y de la aridez del lugar, el bienaventurado encontró unas flores bellísimas, las puso en su capa y las llevó a la Virgen.

Ésta le ordenó que las entregase al obispo como señal de la verdad. En presencia del prelado, Juan Diego extendió la capa y dejó caer las flores; en ese momento apareció en el tejido de la capa, milagrosamente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde entonces se convirtió en el centro espiritual de la nación.

Cuando se construyó el templo en honor de “la Señora del cielo”, el beato, movido de gran piedad, dejó todo y consagró toda su vida a guardar aquel pequeño santuario y a recibir a los peregrinos. Recorrió el camino de la santidad en oración y caridad, sacando las fuerzas del banquete eucarístico de nuestro Redentor, del culto a la Madre del Redentor, de la comunión con la santa Iglesia y de la obediencia a los sagrados Pastores.

Cuantos lo pudieron conocer, admiraron el esplendor de sus virtudes, sobre todo la fe, la esperanza, la caridad, la humildad y desprecio de las realidades terrenas.

Juan Diego, con la sencillez de su vida cotidiana, guardó fielmente el Evangelio, que no había despreciado su condición indígena, consciente de que Dios no hace distinciones de linaje o de cultura e invita a todos para que sean sus hijos. De esta manera, el beato facilitó el camino para que los indígenas de México y del Nuevo Mundo se encontrasen con Cristo y la Iglesia. Hasta el último día de su vida caminó con Dios, que lo llamó a sí el año 1548. Su recuerdo, que siempre va unido a la aparición de nuestra Señora de Guadalupe, ha trascendido los siglos y ha alcanzado las diversas regiones de la tierra.

RESPONSORIO


R. Dios eligió lo débil del mundo para confundir lo fuerte; lo que no es, * para que ninguna carne se gloríe en presencia de Dios.
V. Hizo proezas con su brazo y exaltó a los humildes.
R. Para que ninguna carne se gloríe en presencia de Dios.


ORACIÓN


Dios nuestro, que concediste a Juan Diego el privilegio de ser el mensajero de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre del Salvador, concédenos por su intercesión la gracia de transformarnos en templos vivos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén


CONCLUSIÓN


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.