LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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29 de enero de 2015VÍSPERASJUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIODel jueves III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Enfría, Señor, mi boca; Señor, reduce mi braza; dame, como te lo pido, concordia de cuerpo y alma. Frente al perverso oleaje, ponme costado de gracia; dame, como te lo pido concordia de cuerpo y alma. Señor, mitiga mi angustia; remite, Señor, mi ansia; dame como te al clamo, concordia de cuerpo y alma. No dejes que los sentidos me rindan en la batalla; Señor, Señor, no me niegues concordia de cuerpo y alma. Amén. SALMODIA Antífona 1: Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada. SALMO 131-I PROMESAS A LA CASA DE DAVID Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes: cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob: «No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi descanso, no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.» Oímos que estaba en Efrata, lo encontramos, en el Soto de Jaar: entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies. Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder: que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada. Antífona 2: El Señor ha elegido a Sión ha deseado vivir en ella. SALMO 131-II PROMESAS A LA CASA DE DAVID El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono. Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo. Bendeciré sus provisiones, a sus pobres los saciaré de pan, vestiré a sus sacerdotes de gala, y sus fieles aclamarán con vítores. Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: El Señor ha elegido a Sión ha deseado vivir en ella. Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán. CÁNTICO: APOCALIPSIS 11, 17-18; 12, 10B-12A EL JUICIO DE DIOS Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar. Se encolerizaron las gentes, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos, los profetas, y a los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la tierra. Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, Por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán. LECTURA BREVE 1 Pedro 3, 8-9 Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición. RESPONSORIO BREVE V. Nos alimentó el Señor con flor de harina. R. Nos alimentó el Señor con flor de harina. V. Nos sació con miel silvestre. R. Con flor de harina. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Nos alimentó el Señor con flor de harina. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. PRECES Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo: Señor, refugio nuestro, escúchanos. Bendito seas, Señor, que nos has llamado a tu santa Iglesia; –consérvanos siempre en ella. Tú que has encomendado al papa N. la preocupación por todas las Iglesias, –concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita. Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza, –y concede a todos la penitencia y la salvación. Tú que quisiste habitar en un país extranjero, –acuérdate de los que viven lejos de su familia, y de su patria. Se pueden añadir algunas intenciones libres. A todos los difuntos que esperaron en ti, –concédeles el descanso eterno. Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos con confianza a Dios, nuestro Padre: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno: a los pueblos que viven en tinieblas y en sombra de muerte, ilumínalos con tu luz, ya que con ella nos ha visitado el Sol que nace de lo alto, Jesucristo, nuestro Señor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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29 de enero de 2015COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL JUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Se inclina ya mi frente, sellado está el trabajo; Señor, tu pecho sea la gracia del descanso. Mis ojos se retiran, la voz deja su canto, pero el amor enciende su lámpara velando. Lucero que te fuiste, con gran amor amado, en tu gloria dormimos y en sueños te adoramos. Amén. SALMODIA Antífona 1: Mi carne descansa serena. SALMO 15 EL SEÑOR ES EL LOTE DE MI HEREDAD Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: "Tú eres mi bien". Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Mi carne descansa serena. LECTURA BREVE 1 Tesalonicenses 5, 23 Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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29 de enero de 2015OFICIO DE LECTURAJUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIODel jueves III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Venid, ademos al Señor, porque él es nuestro Dios [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien: Con gozo el corazón cante la vida, presencia y maravilla del Señor, de luz y de color bella armonía, sinfónica cadencia de su amor. Palabra esplendorosa de su Verbo, cascada luminosa de verdad, que fluye en todo ser que en él fue hecho imagen de su ser y de su amor. La fe cante al Señor, y su alabanza, palabra mensajera del amor, responda con ternura a su llamada en himno agradecido a su gran don. Dejemos que su amor nos llene el alma en íntimo diálogo con Dios, en puras claridades cara a cara, bañadas por los rayos de su sol. Al Padre subirá nuestra alabanza por Cristo, nuestro vivo intercesor, en alas de su Espíritu que inflama en todo corazón su gran amor. Amén. SALMODIA Antífona 1: Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.SALMO 88 - IV LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID Tú, encolerizado con tu Ungido, lo has rechazado y desechado; has roto la alianza con tu siervo y has profanado hasta el suelo su corona; has derribado sus murallas y derrocado sus fortalezas; todo viandante lo saquea, y es la burla de sus vecinos; has sostenido la diestra de sus enemigos y has dado el triunfo a sus adversarios; pero a él le has embotado la espada y no lo has confortado en la pelea; has quebrado su cetro glorioso y has derribado su trono; has acortado los días de su juventud y lo has cubierto de ignominia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio. Antífona 2: Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana. SALMO 88 - V LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID ¿Hasta cuándo, Señor, estarás escondido y arderá como un fuego tu cólera? Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida y lo caducos que has creado a los humanos. ¿Quién vivirá sin ver la muerte? ¿Quién sustraerá su vida a la garra del abismo? ¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia que por tu fidelidad juraste a David? Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos: lo que tengo que aguantar de las naciones, de cómo afrentan, Señor, tus enemigos, de cómo afrentan las huellas de tu Ungido. Bendito el Señor por siempre. Amén, amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana. Antífona 3: Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por siempre. SALMO 89 BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios. Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. ¡Cómo nos ha consumido tu cólera y nos ha trastornado tu indignación! Pusiste nuestras culpas ante ti, nuestros secretos ante la luz de tu mirada: y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera, y nuestros años se acabaron como un suspiro. Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan. ¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, quién ha sentido el peso de tu cólera? Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos; por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por siempre. VERSÍCULO V. En ti, Señor, está la fuente viva. R. Y tu luz nos hace ver la luz. PRIMERA LECTURA De la carta a los Romanos 10, 1-21 DIOS ES SEÑOR DE TODOS Hermanos, el mayor afecto de mi corazón y mis súplicas a Dios son en favor de los judíos, para que alcancen la salvación. Yo lo reconozco: tienen celo por la gloria de Dios, pero no según la verdadera ciencia del espíritu. Entendiendo mal el plan salvífico de Dios y por querer establecer el suyo propio, no se sometieron a la acción salvadora de Dios. Cristo es el término y el fin de la ley mosaica para justificación de todo el que tiene fe. Escribe, en efecto, Moisés, acerca de la justificación que proviene de la ley: «Quien observe la ley vivirá por ella.» En cambio, de la justificación que proviene de la fe, se expresa así: «No digas en tu corazón: "¿Quién subirá al cielo?"» Se entiende: para hacer bajar a Cristo. «O bien: "¿Quién bajará a los infiernos?"» Es decir: para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Lo que afirma de la justificación que proviene de la fe es lo que sigue: «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: «Todo el que crea en él no será confundido.» Porque ya no hay distinción entre judío y gentil, ya que uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? Y ¿cómo van a creer en aquel de quien nada han oído? Y ¿cómo oirán si nadie les predica? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian el bien!» Sin embargo, no todos los judíos se han sometido al Evangelio. Ya lo dijo Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestra predicación?» Por consiguiente, es claro que la fe depende de la predicación, y que la predicación se hace por misión de Cristo. Pero, pregunto yo: ¿Es que los judíos no han oído hablar de él? Claro que han oído: «A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.» Y vuelvo a preguntar: ¿Es que los judíos no lo entendieron? Sí, lo entendieron. Moisés es el primero en afirmar: «Yo os provocaré a celos de un pueblo que no es mío. Y os provocaré a cólera por un pueblo insensato.» E Isaías hasta se atreve a decir: «Me dejé hallar de aquellos que por mí no venían; me dejé ver de quienes por mí no preguntaban.» Y, en cambio, de Israel asegura: «Todo el día mis manos extendí hacia un pueblo reacio y contumaz.» RESPONSORIO R. Cristo es el mismo Señor de todos, rico para todos los que lo invocan; * pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. V. Cristo consagró su ministerio al servicio de los judíos, por exigir la fidelidad de Dios el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas; y por otra parte para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia. R. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. SEGUNDA LECTURA De los sermones de Juan Mediocre de Nápoles, obispo (Sermón 7: PLS 4, 785-786) AMA AL SEÑOR Y SIGUE SUS CAMINOS El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Dichoso el que así hablaba, porque sabía cómo y de dónde procedía su luz y quién era el que lo iluminaba. Él veía la luz, no esta que muere al atardecer, sino aquella otra que no vieron ojos humanos. Las almas iluminadas por esta luz no caen en el pecado, no tropiezan en el mal. Decía el Señor: Caminad mientras tenéis luz. Con estas palabras, se refería a aquella luz que es él mismo, ya que dice: Yo he venido al mundo como luz, para que los que ven no vean y los ciegos reciban la luz. El Señor, por tanto, es nuestra luz, él es el sol de justicia que irradia sobre su Iglesia católica, extendida por doquier. A él se refería proféticamente el salmista, cuando decía: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El hombre interior, así iluminado, no vacila, sigue recto su camino, todo lo soporta. El que contempla de lejos su patria definitiva aguanta en las adversidades, no se entristece por las cosas temporales, sino que halla en Dios su fuerza; humilla su corazón y es constante, y su humildad lo hace paciente. Esta luz verdadera que viniendo a este mundo alumbra a todo hombre, el Hijo, revelándose a sí mismo, la da a los que lo temen, la infunde a quien quiere y cuando quiere. El que vivía en tiniebla y en sombra de muerte, en la tiniebla del mal y en la sombra del pecado, cuando nace en él la luz, se espanta de sí mismo y sale de su estado, se arrepiente, se avergüenza de sus faltas y dice: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Grande es, hermanos, la salvación que se nos ofrece. Ella no teme la enfermedad, no se asusta del cansancio, no tiene en cuenta el sufrimiento. Por esto, debemos exclamar, plenamente convencidos, no sólo con la boca, sino también con el corazón: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Si es él quien ilumina y quien salva, ¿a quién temeré? Vengan las tinieblas del engaño: el Señor es mi luz. Podrán venir, pero sin ningún resultado, pues, aunque ataquen nuestro corazón, no lo vencerán. Venga la ceguera de los malos deseos: el Señor es mi luz. Él es, por tanto, nuestra fuerza, el que se da a nosotros, y nosotros a él. Acudid al médico mientras podéis, no sea que después queráis y no podáis. RESPONSORIO R. De tu trono de gloria envía, Señor, la sabiduría para que me asista en mis trabajos * y venga yo a saber lo que te es grato. V. Dame, Señor, la sabiduría asistente de tu trono. R. Y venga yo a saber lo que te es grato. ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, dirie nuestras acciones según tu voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |