LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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17 de junio de 2015VÍSPERASMIÉRCOLES DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIODel miércoles III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Señor, tú eres mi paz y mi consuelo al acabar el día su jornada, y, libres ya mis manos del trabajo, a hacerte ofrenda del trabajo vengo. Señor, tú eres mi paz y mi consuelo cuando las luces de este día acaban, y, ante las sombras de la noche oscura, mirarte a ti, mi luz; mirarte puedo. Señor, tú eres mi paz y mi consuelo, y aunque me abruma el peso del pecado, movido por tu amor y por tu gracia, mi salvación ponerla en ti yo quiero. Señor, tú eres mi paz y mi consuelo, muy dentro de mi alma tu esperanza sostenga mi vivir de cada día, mi lucha por el bien que tanto espero. Señor, tú eres mi paz y mi consuelo; por el amor de tu Hijo, tan amado, por el Espíritu de ambos espirado, conduce nuestra senda hacia tu encuentro. Amén. SALMODIA Antífona 1: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. SALMO 125 DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Antífona 2: Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. SALMO 126 EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo. CÁNTICO: COLOSENSES 1, 12-20 HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él: Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo. LECTURA BREVE Efesios 3, 20-21 A Dios, que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén. RESPONSORIO BREVE V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. V. No arrebates mi alma con los pecadores. R. Ten misericordia de mí. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. PRECES Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo: Que tu pueblo te alabe, Señor. Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación; –haz que sepamos corresponder, y así hagamos nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad –y vivan unidos por la caridad. Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias manos, –acuérdate de los trabajadores, que ganan el pan con el sudor de su frente. Acuérdate, también, de todos los que viven entregados al servicio de los demás: –que no se dejen vencer por el desánimo ante la incomprensión de los hombres. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Ten piedad de nuestros hermanos difuntos –y líbralos del poder del Maligno. Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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17 de junio de 2015COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. SALMODIA Antífona 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. SALMO 30, 2-6 SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Antífona 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor. SALMO 129 DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor. LECTURA BREVE Efesios 4,26-27 No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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17 de junio de 2015OFICIO DE LECTURAMIÉRCOLES DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIODel miércoles III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Adoremos a Dios, porque él nos ha creado [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Con entrega, Señor, a ti venimos, escuchar tu palabra deseamos; que el Espíritu ponga en nuestros labios la alabanza al Padre de los cielos. Se convierta en nosotros la palabra en la luz que a los hombres ilumina, en la fuente que salta hasta la vida, en el pan que repara nuestras fuerzas; en el himno de amor y de alabanza que se canta en el cielo eternamente, y en la carne de Cristo se hizo canto de la tierra y del cielo juntamente. Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo, el Señor Jesucristo, nuestro hermano, y al Espíritu Santo, que, en nosotros, glorifica tu nombre por los siglos. Amén. SALMODIA Antífona 1: La misericordia y fidelidad te preceden, Señor.SALMO 88 - I LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR SOBRE LA CASA DE DAVID Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades. El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? Dios es temible en el consejo de los ángeles, es grande y terrible para toda su corte. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú? El poder y la fidelidad te rodean. Tú domeñas la soberbia del mar y amansas la hinchazón del oleaje; tú traspasaste y destrozaste a Rahab, tu brazo potente desbarató al enemigo. Tuyo es el cielo, tuya es la tierra; tú cimentaste el orbe y cuanto contiene; tú has creado el norte y el sur, el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre. Tienes un brazo poderoso: fuerte es tu izquierda y alta tu derecha. Justicia y derecho sostienen tu trono, misericordia y fidelidad te preceden. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el Santo de Israel nuestro rey. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: La misericordia y fidelidad te preceden, Señor. Antífona 2: El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David. SALMO 88 - II LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR SOBRE LA CASA DE DAVID Un día hablaste en visión a tus amigos: He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo. Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso; no lo engañará el enemigo ni los malvados lo humillarán; ante él desharé a sus adversarios y heriré a los que lo odian. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río. Él me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora"; y lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra. Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo". Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David. Antífona 3: Juré una vez a David, mi siervo: “Tu linaje será perpetuo”. SALMO 88 - III LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR SOBRE LA CASA DE DAVID Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos, castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad, no violaré mi alianza ni cambiaré mis promesas. Una vez juré por mi santidad no faltar a mi palabra con David: Su linaje será perpetuo, y su trono como el sol en mi presencia, como la luna, que siempre permanece: su solio será más firme que el cielo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Juré una vez a David, mi siervo: “Tu linaje será perpetuo”. VERSÍCULO V. La explicación de tus palabras ilumina. R. Da inteligencia a los ignorantes. PRIMERA LECTURA Del libro de los Jueces 6, 1-6. 11-24a VOCACIÓN DE GEDEÓN En aquellos días, los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba al Señor, y el Señor los entregó durante siete años en manos de Madián, y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los israelitas utilizaron las hendiduras de las montañas, las cuevas y las cumbres escarpadas. Cuando sembraba Israel, venía Madián con Amalec y los hijos del oriente, subían contra Israel y acampaban en sus tierras hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel, ni ovejas ni bueyes ni asnos, porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país para saquearlo. Así Madián redujo a Israel a una gran miseria y los israelitas clamaron al Señor. Vino el ángel del Señor y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba trillando el trigo en el lagar para ocultárselo a Madián, cuando el ángel del Señor se le apareció y le dijo: «El Señor está contigo, valiente guerrero.» Gedeón contestó: «Perdón, señor mío. Si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: Acaso no nos sacó el Señor de Egipto? Pero ahora el Señor nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de Madián.» Entonces el Señor se volvió hacia él y le dijo: «Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. ¿No soy yo acaso el que te envía?» Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre.» El Señor le respondió: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre.» Gedeón le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que me hablas. No te marches de aquí, por favor, hasta que yo vuelva. Te traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti.» Él respondió: «Me quedaré hasta que vuelvas.» Gedeón se fue, preparó un cabrito y, con una medida de harina, hizo unas tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla y los llevó bajo el terebinto. Cuando se acercaba, le dijo el ángel del Señor: «Toma la carne y las tortas ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte el caldo.» Gedeón lo hizo así. Entonces el ángel del Señor extendió la punta del bastón que tenía en su mano y tocó la carne y las tortas ázimas. Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas, y el ángel del Señor desapareció de su vista. Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del Señor y exclamó: «¡Ah, mi señor, el Señor! ¡He visto cara a cara al ángel del Señor!» El Señor le respondió: «La paz sea contigo. No temas, no morirás.» Gedeón levantó en aquel lugar un altar al Señor y lo llamó «el Señor es la paz». RESPONSORIO (Is 45, 3-4; Jc 6, 14; cf. Is 45, 6) R. Yo soy el Señor, que te llamo por tu nombre, por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel. * Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel. V. Para que sepan todos que yo soy el Señor y no hay otro. R. Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel. SEGUNDA LECTURA Del tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre el Padrenuestro (Caps. 13-15: CSEL 3, 275-278) VENGA A NOSOTROS TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD Prosigue la oración que comentamos: Venga a nosotros tu reino. Pedimos que se haga presente en nosotros el reino de Dios, del mismo modo que suplicamos que su nombre sea santificado en nosotros. Porque no hay un solo momento en que Dios deje de reinar, ni puede empezar lo que siempre ha sido y nunca dejará de ser. Pedimos a Dios que venga a nosotros nuestro reino que tenemos prometido, el que Cristo nos ganó con su sangre y su pasión, para que nosotros, que antes servimos al mundo, tengamos después parte en el reino de Cristo, como él nos ha prometido, con aquellas palabras: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. También podemos entender, hermanos muy amados, este reino de Dios, cuya venida deseamos cada día, en el sentido de la misma persona de Cristo, cuyo próximo advenimiento es también objeto de nuestros deseos. Él es la resurrección, ya que en él resucitaremos, y por esto podemos identificar el reino de Dios con su persona, ya que en él hemos de reinar. Con razón, pues, pedimos el reino de Dios, esto es, el reino celestial, porque existe también un reino terrestre. Pero el que ya ha renunciado al mundo está por encima de los honores y del reino de este mundo. Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién, en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para ello necesitamos de la voluntad de Dios, es decir, de su protección y ayuda, ya que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene de la benignidad y misericordia divinas. Además, el Señor, dando pruebas de la debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mi ese cáliz, Y, para dar ejemplo a sus discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia, añade: Pero, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el no hacer agravio a los demás y tolerar los que nos hacen a nosotros, el conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en juego su nombre y su honor, el mostrará en nuestras palabras la constancia de la fe que profesamos, en los tormentos, la confianza con que luchamos y, en la muerte, la paciencia que nos obtiene la corona. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre. RESPONSORIO (Mt 7, 21; Mc 3, 35) R. El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, * ése entrará en el reino de los cielos. V. El que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre. R. Ése entrará en el reino de los cielos. ORACIÓN Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestra súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |