LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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20 de junio de 2015I VÍSPERASXII DOMINGO ORDINARIODel Domingo IV del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Hoy rompe la clausura del surco empedernido el grano en él hundido por nuestra mano dura y hoy da su flor primea la rama sin pecado del árbol mutilado por nuestra mano fiera. Hoy triunfa el buen Cordero que, en esta tierra impía, se dio con alegría por el rebaño entero; y hoy junta su extraviada majada y la conduce al sitio en que reluce la luz resucitada. Hoy surge, viva y fuerte, segura y vencedora, la Vida que hasta ahora yacía en honda muerte; y hoy alza del olvido sin fondo y de la nada al alma rescatada y al mundo redimido. Amén. SALMODIA Antífona 1: Desead la paz a Jerusalén. SALMO 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Desead la paz a Jerusalén. Antífona 2: Desde la aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor. SALMO 129 DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 2: Desde la aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor. Antífona 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. CÁNTICO: FILIPENSES 2, 6-11 CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. LECTURA BREVE 2 Pedro 1, 19-21 Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones. Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios, movidos por el Espíritu Santo. RESPONSORIO BREVE V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. V. Su gloria se eleva sobre los cielos. R. Alabado sea el nombre del Señor. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: A todo aquel que me reconozca ante los hombres, lo reconoceré yo también ante mi Padre. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: A todo aquel que me reconozca ante los hombres, lo reconoceré yo también ante mi Padre. PRECES Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y digámosle: Míranos y escúchanos, Señor. Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, que nos has librado de nuestros pecados por tu sangre, —no permitas que olvidemos nunca tus beneficios. Haz que aquellos a quienes elegiste como mensajeros de tu Evangelio —sean siempre fieles y celosos administradores de los misterios del reino. Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las naciones, —para que atiendan con interés a los pobres y postergados. Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición social, lengua o religión, —y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos. Se pueden añadir algunas intenciones libres. A los que han muerto en tu amor, dales también parte en tu felicidad, —con María y con todos tus santos. Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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20 de junio de 2015COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO DESPUÉS DE LAS I VÍSPERAS DEL DOMINGOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cristo, Señor de la noche, que disipas las tinieblas: mientras los cuerpos reposan, se tú nuestro centinela. Después de tanta fatiga, depués de tanta dureza, acógenos en tus brazos y danos noche serena. Si nuestros ojos se duermen, que el alma esté siempre en vela; en paz cierra nuestros párpados para que cesen las penas. Y que al despuntar el alba, otra vez con fuerzas nuevas, te demos gracias, oh Cristo, por la vida que comienza. Amén. SALMODIA Antífona 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. SALMO 4 ACCIÓN DE GRACIAS Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?" Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Antífona 2: Durante la noche, bendecid al Señor. SALMO 133 ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Durante la noche, bendecid al Señor. LECTURA BREVE Deuteronomio 6, 4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas la fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo , que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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20 de junio de 2015OFICIO DE LECTURASÁBADO DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIODel sábado III del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle. [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Señor, tú que llamaste del fondo del no ser todos los seres, prodigios del cincel de tu palabra, imágenes de ti resplandecientes. Señor, tú que creaste la bella nave azul en que navegan los hijos de los hombres, entre espacios repletos de misterio y luz de estrellas. Señor, tú que nos diste la inmensa dignidad de ser tus hijos, no dejes que el pecado y que la muerte destruyan en el hombre el ser divino. Señor, tú que salvaste al hombre de caer en el vacío, recréanos de nuevo en tu Palabra y llámanos de nuevo al paraíso. Oh Padre, tú que enviaste al mundo de los hombres a tu Hijo, no dejes que se apague en nuestras almas la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén. SALMODIA Antífona 1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.SALMO 106 - I ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países: norte y sur, oriente y occidente. Erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino de ciudad habitada; pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida; pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Los guió por un camino derecho, para que llegaran a una ciudad habitada. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes. Yacían en oscuridad y tinieblas, cautivos de hierros y miserias; por haberse rebelado contra los mandamientos, despreciando el plan del Altísimo. Él humilló su corazón con trabajos, sucumbían y nadie los socorría. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Los sacó de las sombrías tinieblas, arrancó sus cadenas. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Destrozó las puertas de bronce, quebró los cerrojos de hierro. Estaban enfermos por sus maldades, por sus culpas eran afligidos; aborrecían todos los manjares, y ya tocaban las puertas de la muerte. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Envió su palabra para curarlos, para salvarlos de la perdición. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Ofrézcanle sacrificios de alabanza, y cuenten con entusiasmo sus acciones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Antífona 2: Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas. SALMO 106 - II ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano. Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto: subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo, rodaban, se tambaleaban como borrachos, y no les valía su pericia. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Aclámenlo en la asamblea del pueblo, alábenlo en el consejo de los ancianos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas. Antífona 3: Los rectos lo ven y se alegran, y comprenden la misericordia del Señor. SALMO 106 - III ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN Él transformará los ríos en desierto, los manantiales de agua en aridez; la tierra fértil en marismas, por la depravación de sus habitantes. Transforma el desierto en estanques, el erial en manantiales de agua. Coloca allí a los hambrientos, y fundan una ciudad para habitar. Siembran campos, plantan huertos, recogen cosechas. Los bendice, y se multiplican, y no les escatima el ganado. Si menguan, abatidos por el peso de infortunios y desgracias, el mismo que arroja desprecio sobre los príncipes y los descarría por una soledad sin caminos levanta a los pobres de la miseria y multiplica sus familias como rebaños. Los rectos lo ven y se alegran, a la maldad se le tapa la boca. El que sea sabio, que recoja estos hechos y comprenda la misericordia del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Los rectos lo ven y se alegran, y comprenden la misericordia del Señor. VERSÍCULO V. Tu fidelidad, Señor, llega hasta las nubes. R. Tus sentencias son como el océano inmenso. PRIMERA LECTURA Del libro de los Jueces 11, 1-9. 29-40 VOTO Y VICTORIA DE JEFTÉ En aquellos días, Jefté, el galadita, era todo un guerrero, hijo de Galaad y de una prostituta. Galaad tuvo otros hijos de su esposa legítima, y, cuando llegaron a la mayoría de edad, echaron de casa a Jefté, diciéndole: «Tú no puedes heredar en casa de nuestro padre, porque eres hijo de una mujer extraña.» Jefté marchó lejos de sus hermanos y se estableció en el país de Tob. Se le juntaron unos cuantos desocupados, que hacían incursiones bajo su mando. Algún tiempo después, los amonitas declararon la guerra a Israel. Los ancianos de Galaad fueron al país de Tob a buscar a Jefté, suplicándole: «Ven a ser nuestro caudillo en la guerra contra los amonitas.» Pero Jefté les respondió: «Vosotros, que por odio me echasteis de casa, ¿por qué venís a mí, ahora que os veis en aprieto?» Los ancianos de Galaad le contestaron: «Así es. Ahora nos dirigimos a ti para que vengas con nosotros a luchar contra los amonitas. Serás jefe nuestro, de todos los que estamos en Galaad.» Jefté les dijo: «¿De modo que me llamáis para luchar contra los amonitas? Pues, si el Señor me los entrega, seré vuestro jefe.» El espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manasés, pasó a Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas, e hizo un voto al Señor: «Si entregas a los amonitas en mi poder, el primero que salga a recibirme a la puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto.» Luego marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó: los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel. Jefté volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos o hijas. En cuanto la vio, se rasgó la túnica gritando: «¡Ay, hija mía, qué desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al Señor y no puedo volverme atrás.» Ella le dijo: «Padre, si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos.» Y le pidió a su padre: «Dame este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas, porque quedaré virgen.» Su padre le dijo: «Vete.» Y la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando porque iba a quedar virgen. Acabado el plazo de dos meses, volvió a casa, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho. La muchacha era virgen. Así empezó en Israel la costumbre de que todos los años vayan las chicas israelitas a cantar elegías durante cuatro días a la hija de Jefté el galadita. RESPONSORIO (Mt 5, 33-34; Jc 11, 30. 31) R. Os han enseñado que a vuestros antepasados se mandó en la ley: «No perjurarás; cumplirás lo que con juramento prometiste al Señor.» * Pero yo os digo: No aseguréis nada bajo juramento. V. Jefté hizo un voto al Señor: «El primero que salga a recibirme será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto.» R. Pero yo os digo: No aseguréis nada bajo juramento. SEGUNDA LECTURA Del tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre el Padrenuestro (Caps. 28-30: CSEL 3, 287-289) HAY QUE ORAR NO SÓLO CON PALABRAS, SINO TAMBIÉN CON HECHOS No es de extrañar, queridos hermanos, que la oración que nos enseñó Dios con su magisterio resuma todas nuestras peticiones en tan breves y saludables palabras. Esto ya había sido predicho anticipadamente por el profeta Isaías, cuando, lleno de Espíritu Santo, habló de la piedad y la majestad de Dios, diciendo: Palabra que acaba y abrevia en justicia, porque Dios abreviará su palabra en todo el orbe de la tierra. En efecto, cuando vino aquel que es la Palabra de Dios en persona, nuestro Señor Jesucristo, para reunir a todos, sabios e ignorantes, y para enseñar a todos, sin distinción de sexo o edad, el camino de salvación, quiso resumir en un sublime compendio todas sus enseñanzas, para no sobrecargar la memoria de los que aprendían su doctrina celestial y para que aprendiesen con facilidad lo elemental de la fe cristiana. Y así, al enseñar en qué consiste la vida eterna, nos resumió el misterio de esta vida en estas palabras tan breves y llenas de divina grandiosidad: Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti; único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Asimismo, al discernir los primeros y más importantes mandamientos de la ley y los profetas, dice: Escucha, Israel; el Señor, Dios nuestro, es el único Señor; y: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Éste es el primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas. Y también: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas. Además, Dios nos enseñó a orar no sólo con palabras, sino también con hechos, ya que él oraba con frecuencia, mostrando, con el testimonio de su ejemplo, cuál ha de ser nuestra conducta en este aspecto; leemos, en efecto: Jesús solía retirarse a despoblado para orar; y también: Subió a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. El Señor, cuando oraba, no pedía por sí mismo -¿qué podía pedir por sí mismo, si él era inocente?-, sino por nuestros pecados, como lo declara con aquellas palabras que dirige a Pedro: Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y luego ruega al Padre por todos, diciendo: No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros. Gran benignidad y bondad la de Dios para nuestra salvación: no contento con redimirnos con su sangre, ruega también por nosotros. Pero atendamos cuál es el deseo de Cristo, expresado en su oración: que así como el Padre y el Hijo son una misma cosa, así también nosotros imitemos esta unidad. RESPONSORIO (Sal 24, 1-2. 5) R. A ti, Señor, levanto mi alma; * Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado. V. Haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. R. Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado. ORACIÓN Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestra súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |