LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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10 de julio de 2015VÍSPERASVIERNES DE LA SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIODel viernes II del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Oh Cristo, tú no tienes la lóbrega mirada de la muerte; tus ojos no se cierran: son agua limpia donde puedo verme. Oh Cristo, tú no puedes cicatrizar la llaga del costado: un corazón tras ella noche y días me estará esperando. Oh Cristo, tú conoces la intimidad oculta de mi vida; tú sabes mis secretos: te los voy confesando día a día. Oh Cristo, tú aleteas con los brazos unidos al madero; ¡oh valor que convida a levantarse puro sobre el suelo! Oh Cristo, tú sonríes cuando te hieren sordas las espinas: si mi cabeza hierve, haz, Señor, que te mire y te sonría. Oh Cristo, tú que esperas mi último beso darle ante la tumba, también mi joven beso descansa en ti de la incesante lucha. Amén. SALMODIA Antífona 1: Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída. SALMO 114 ACCIÓN DE GRACIAS. Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y en angustia. Invoqué el nombre del Señor: "Señor, salva mi vida." El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas me salvó. Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue benigno contigo: arrancó mi vida de la muerte, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída. Antífona 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. SALMO 120 EL GUARDÍÁN DEL PUEBLO Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme, no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! CÁNTICO: APOCALIPSIS 15,3-4 CANTO DE LOS VENCEDORES Grandes y maravillosas son tus obras Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! LECTURA BREVE 1 Corintios 2, 7-10a Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. RESPONSORIO BREVE V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios. R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios. V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu. R. Para llevarnos a Dios. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres. PRECES Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y enjugaba con amor las lágrimas de los que lloraban, y digámosle también nosotros: Señor, ten piedad. Señor Jesucristo, tú que consolaste a los tristes y deprimidos, —pon ahora tus ojos en las lágrimas de los pobres y consuela a los deprimidos. Escucha los gemidos de los agonizantes —y envíales tus ángeles para que los consuelen y conforten. Que los emigrantes sientan el consuelo de tu amor en el destierro, —que puedan regresar a su patria y que un día alcancen también la patria eterna. Que los pecadores escuchando tu voz se conviertan, —y encuentren en tu Iglesia el perdón y la paz. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Perdona las faltas de los que han muerto —y dales la plenitud de tu salvación. Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que, del mismo modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina, así las podamos cantar también plenamente, con la asamblea de tus santos, por toda la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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10 de julio de 2015COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL VIERNES DE LA SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y otorgues tu protección. Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para cantar tus loores de nuevo al salir el sol. Danos vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad ilumine la oscuridad que llegó. Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el Señor, que reina con el Espíritu Santo vivificador. Amén. SALMODIA Antífona 1: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. SALMO 87 ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oido a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar. Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla o tu justicia en el país del olvido? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro? Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio, tus espantos me han consumido: me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una; alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. LECTURA BREVE Jeremías 14, 9 Tú estás en medio de nosotros, Señor; tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor, Dios nuestro. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, le imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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10 de julio de 2015OFICIO DE LECTURAVIERNES DE LA SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIODel viernes II del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: El Señor es bueno, bendecid su nombre [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO ¡Qué hermosos son los pies del que anuncia la paz a sus hermanos! ¡Y qué hermosas las manos maduras en el surco y en la mies! Grita lleno de gozo, pregonero, que traes noticias buenas: se rompen las cadenas, y el sol de Cristo brilla esplendoroso. Grita sin miedo, grita, y denuncia a mi pueblo sus pecados; vivimos engañados, pues la belleza humana se marchita. Toda yerba es fugaz, la flor del campo pierde sus colores; levanta sin temores, pregonero, tu voz dulce y tenaz. Si dejas los pedazos de tu alma enamorada en el sendero, ¡qué dulces, mensajero, qué hermosos, qué divinos son tus pasos! Amén. SALMODIA Antífona 1: Señor, no me castigues con cólera.SALMO 37 - I SEÑOR, NO ME CORRIJAS CON IRA Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera; tus flechas se me han clavado, tu mano pesa sobre mí; no hay parte ilesa en mi carne a causa de tu furor, no tienen descanso mis huesos a causa de mis pecados; mis culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso superior a mis fuerzas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Señor, no me castigues con cólera. Antífona 2: Señor, todas mis ansias están en tu presencia. SALMO 37 - II SEÑOR, NO ME CORRIJAS CON IRA Mis llagas están podridas y supuran por causa de mi insensatez; voy encorvado y encogido, todo el día camino sombrío. Tengo las espaldas ardiendo, no hay parte ilesa en mi carne; estoy agotado, deshecho del todo; rujo con más fuerza que un león. Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas, y me falta hasta la luz de los ojos. Mis amigos y compañeros se alejan de mí, mis parientes se quedan a distancia; me tienden lazos los que atentan contra mí, los que desean mi daño me amenazan de muerte, todo el día murmuran traiciones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Señor, todas mis ansias están en tu presencia. Antífona 3: Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío. SALMO 37 - III SEÑOR, NO ME CORRIJAS CON IRA Pero yo, como un sordo, no oigo; como un mudo no abro la boca; soy como uno que no oye y no puede replicar. En ti, Señor, espero, y tú me escucharás, Señor, Dios mío; esto pido: que no se alegren por mi causa, que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo. Porque yo estoy a punto de caer, y mi pena no se aparta de mí: yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado. Mis enemigos mortales son poderosos, son muchos los que me aborrecen sin razón, los que me pagan males por bienes, los que me atacan cuando procuro el bien. No me abandones, Señor; Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío. VERSÍCULO V. Mis ojos se consumen aguardando tu salvación. R. Y tu promesa de justicia. PRIMERA LECTURA Del primer libro de Samuel 26 5-25 MAGNANIMIDAD DE DAVID HACIA SAÚL En aquellos días, fue David al lugar donde acampaba Saúl y observó el sitio en que estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl en el centro del campamento, y la tropa estaba acampada a su alrededor. David se dirigió a Ajimélec, hitita, y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y les dijo: «¿Quién quiere bajar conmigo al campamento de Saúl?» Abisay respondió: «Yo bajo contigo.» David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa. Saúl dormía acostado en el centro del campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y la tropa dormían a su alrededor. Dijo entonces Abisay a David: «Hoy ha puesto Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame ahora mismo que lo clave en tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir.» Pero David dijo a Abisay: «No lo mates, pues ¿quién atentó contra el ungido del Señor y quedó impune?» Y añadió David: «Vive el Señor, que ha de ser él quien lo hiera, ya sea que llegue su día y muera, o bien que baje al combate y perezca. Líbreme el Señor de levantar mi mano contra su ungido. Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua y vámonos.» Tomó David de la cabecera de Saúl la lanza y el jarro de agua y se fueron. Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó. Todos dormían, porque se había abatido sobre ellos el sopor profundo del Señor. Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte, quedando un gran espacio entre ellos. Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner, diciendo: «¿No me respondes, Abner?» Abner respondió: «¿Quién eres tú que me llamas?» Dijo David: «¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has custodiado al rey, tu señor? Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey, tu señor. No está bien esto que has hecho. Vive el Señor, que sois reos de muerte, por no haber velado sobre vuestro señor, el ungido del Señor. Mira ahora, ¿dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su cabecera?» Reconoció Saúl la voz de David y preguntó: «¿Es ésta tu voz, hijo mío, David?» Respondió David: «Mi voz es, oh rey, mi señor.» Y añadió: «¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí? Que el rey, mi señor, se digne escuchar ahora las palabras de su siervo: si es el Señor quien te excita contra mí, que sea aplacado con una ofrenda, pero, si son los hombres, malditos sean ante el Señor, porque me expulsan hoy para que no participe en la heredad del Señor, diciéndose: "Que vaya a servir a otros dioses." Que no caiga ahora mi sangre en tierra, lejos de la presencia del Señor, pues ha salido el rey de Israel a cazar mi vida, como quien persigue una perdiz por los montes.» Respondió Saúl: «He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal, ya que mi vida ha sido preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente equivocado.» Respondió David: «Aquí está la lanza del rey. Que pase uno de tus servidores a recogerla. El Señor retribuirá a cada uno según su justicia y su fidelidad, pues hoy te entregó el Señor en mis manos, pero yo no he querido alzar mi mano contra el ungido del Señor. De igual modo que tu vida ha sido hoy de gran precio a mis ojos, así será de gran precio la mía a los ojos del Señor, de suerte que me libre de toda angustia.» Dijo Saúl a David: «Bendito seas, hijo mío, David. Triunfarás en todas tus empresas.» David siguió por su camino y Saúl se volvió a su casa. RESPONSORIO (Sal 53, 5. 3. 8. 4) R. Unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte; ¡oh Dios!, sálvame por tu nombre, * sal por mí con tu poder. V. Te ofreceré un sacrificio voluntario; ¡oh Dios!, escucha mi súplica. R. Sal por mí con tu poder. SEGUNDA LECTURA De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios (Caps. 50, 1 51, 3; 55, 1-4: Funk 1, 125-127. 129) DICHOSOS NOSOTROS SI HUBIÉRAMOS CUMPLIDO LOS MANDAMIENTOS DE DIOS EN LA CONCORDIA DE LA CARIDAD Ya veis, queridos hermanos, cuán grande y admirable cosa es la caridad, y cómo no es posible describir su perfección. ¿Quién será capaz de estar en ella, sino aquellos a quienes Dios mismo hiciere dignos? Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia, nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables. Todas las generaciones, desde Adán hasta el día de hoy, han pasado; mas los que fueron perfectos en la caridad según la gracia de Dios, ocupan el lugar de los justos, los cuales se manifestarán en la visita del reino de Cristo. Está escrito, en efecto: Entrad en los aposentos un breve instante, mientras pasa mi cólera, y me acordaré del día bueno y os haré salir de vuestros sepulcros. Dichosos nosotros, queridos hermanos, si hubiéremos cumplido los mandamientos de Dios en la concordia de la caridad, a fin de que por la caridad se nos perdonen nuestros pecados. Porque está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a guíen le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a guíen el Señor no le apunta el delito y en cuya boca no se encuentra engaño. Esta bienaventuranza fue concedida a los que han sido escogidos por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea dada gloria por los siglos de los siglos. Amén. Roguemos, pues, que nos sean perdonadas cuantas faltas y pecados hayamos cometido por asechanzas de nuestro adversario, y aun aquellos que han encabezado sediciones y banderías deben acogerse a nuestra común esperanza. Pues los que proceden en su conducta con temor y caridad prefieren antes sufrir ellos mismos y no que sufran los demás; prefieren que se tenga mala opinión de ellos mismos, antes que sea vituperada aquella armonía y concordia que justa y bellamente nos viene de la tradición. Más le vale a un hombre confesar sus caídas, que endurecer su corazón. Ahora bien, ¿hay entre vosotros alguien que sea generoso? ¿Alguien que sea compasivo? ¿Hay alguno que se sienta lleno de caridad? Pues diga: "Si por mi causa vino la sedición, contienda y escisiones, yo me retiro y me voy a donde queráis, y estoy pronto a cumplir lo que la comunidad ordenare, con tal de que el rebaño de Cristo se mantenga en paz con sus ancianos establecidos". El que esto hiciere se adquirirá una grande gloria en Cristo, y todo lugar lo recibirá, pues del Señor es la tierra y cuanto la llena. Así han obrado y así seguirán obrando quienes han llevado un comportamiento digno de Dios, del cual no cabe jamás arrepentirse. RESPONSORIO (1 Jn 4, 21; Mt 22, 40) R. Hemos recibido de Dios este mandamiento: * Quien ama a Dios ame también a su hermano. V. Estos dos mandamientos son el fundamento de toda la ley y los profetas. R. Quien ama a Dios ame también a su hermano. ORACIÓN Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |