Liturgia de la Horas

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

24 de enero de 2016



LAUDES

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Del domingo III del Salterio
INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Antífona: Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

SALMO 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

HIMNO
Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores. 

Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores. 

Las creaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones. 

¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches! 

¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén. 


SALMODIA

Antífona 1: El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

SALMO 92
GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina, vestido de majestad, 
el Señor, vestido y ceñido de poder: 
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor, 
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas, 
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

Antífona 2: Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.

CÁNTICO: DANIEL 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

( No se dice Gloria )

Antífona 2: Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.

Antífona 3: Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.

SALMO 148
ALABANZA DEL DÍAS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles; 
alabadlo, todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron. 

Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,

rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,

montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,

fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,

alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.

LECTURA BREVE
Ezequiel 37, 12b-14
Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo; ten piedad de nosotros. 
R. Cristo, Hijo de Dios vivo; ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R. Cristo, Hijo de Dios vivo; ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí, me envío a evagelizar a los pobres.

LUCAS 1, 68-79
CÁNTICO DE ZACARÍAS. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí, me envío a evagelizar a los pobres.

PRECES

Invoquemos a Dios Padre, que, por mediación de su Hijo, envió el Espíritu Santo, para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y digámosle:

Ilumina, Señor, a tu pueblo.

Te bendecimos, Señor, a ti que eres nuestra luz,
—y te pedimos que este domingo que ahora comenzamos transcurra todo él consagrado a tu alabanza.

Tú que, por la resurrección de tu Hijo, quisiste iluminar el mundo,
—haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.

Tú que, por el Espíritu de la verdad, adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
—envía este mismo Espíritu a tu Iglesia, para que permanezca siempre fiel a ti. 

Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las tinieblas
—y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir: 
PADRE NUESTRO
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, dirie nuestras acciones según tu voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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24 de enero de 2016



II VÍSPERAS

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Del Domingo III del Salterio

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

HIMNO
Santa unidad y Trinidad beata: 
con los destellos de tu brillo eterno, 
infunde amor en nuestros corazones, 
mientras se va alejando el sol de fuego. 

Por la mañana te cantamos loas
 y por la tarde te elevamos ruego, 
pidiéndote que estemos algún día 
entre los que te alaban en el cielo. 

Glorificado sean por los siglos de los siglos, 
el Padre y su Unigénito, 
y que glorificado con entrambos 
sea por tiempo igual el Paracleto. 
Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.

SALMO 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados; 
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.

Antífona 2: El Señor, piadoso y clemente, ha hecho maravillas memorables. Aleluya.

SALMO 110
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea. 
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman;

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza; 
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. 

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás, 
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: El Señor, piadoso y clemente, ha hecho maravillas memorables. Aleluya.

Antífona 3: Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

CÁNTICO: APOCALIPSIS 19,1-2, 5-7
LAS BODAS DEL CORDERO
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona 3: Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

LECTURA BREVE

1 Pedro 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. 

RESPONSORIO BREVE

V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Hoy tiene su cumplimiento ante vuestros ojos lo que habéis oído contar de mí en las palabras de la Escritura.

LUCAS 1, 46-55
CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Hoy tiene su cumplimiento ante vuestros ojos lo que habéis oído contar de mí en las palabras de la Escritura.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro Padre, que maravillosamente creó al mundo, lo redimió de forma más admirable aún y no cesa de conservarlo con amor, y digámosle con alegría:

Renueva, Señor, las maravillas de tu amor.

Te damos gracias, Señor, porque, a través del mundo, nos has revelado tu poder y tu gloria;
—haz que sepamos ver tu providencia en los avatares del mundo.

Tú que, por la victoria de tu Hijo en la cruz, anunciaste la paz al mundo,
—líbranos de toda desesperación y de todo temor.

A todos los que aman la justicia y trabajan por conseguirla,
—concédeles que cooperen, con sinceridad y concordia, en la edificación de un mundo mejor.        

Ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, da pan a los hambrientos, fortalece a los débiles,
—para que en todos se manifieste el triunfo de la cruz.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que, al tercer día, resucitaste gloriosamente a tu Hijo del sepulcro,
—haz que nuestros hermanos difuntos lleguen también a la plenitud de la vida. 

Concluyamos nuestra súplica con la oración que el mismo Señor nos enseñó: 
PADRE NUESTRO
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, dirie nuestras acciones según tu voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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24 de enero de 2016



COMPLETAS

ORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO DESPUÉS DE LAS II VÍSPERAS DEL DOMINGO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HIMNO
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.


SALMODIA

Antífona 1:  Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

SALMO 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona 1:  Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE

Apocalipsis 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

BENDICIÓN

V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Bajo tu amparo nos acogemos
Madre del Redentor, virgen fecunda
Salve, Reina de los cielos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muestranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!




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24 de enero de 2016



OFICIO DE LECTURA

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Del domingo III del Salterio

INVOCACIÓN INICIAL

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Antífona: Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

[ver salmo]     [no ver salmo]



Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.

Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor va nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Día tras día, te bendeciré, Señor. Aleluya.

SALMO 144-I
HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. 

Grande es el Señor, merece toda alabanza, 
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Día tras día, te bendeciré, Señor. Aleluya.

Antífona 2: Tu reinado es un reinado perpetuo. Aleluya.

SALMO 144-II
HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, 
que hablen de tus hazañas;

explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Tu reinado es un reinado perpetuo. Aleluya.

Antífona 3: El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

SALMO 144-III
HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, 
endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,.
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. 

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones; 
cerca está el Señor de los que lo invocan, 
de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

VERSÍCULO

V. Hijo mío, haz caso a mis palabras.
R. Presta oído a mis consejos.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 18, 1-33
PROMESA DEL NACIMIENTO DE ISAAC. INTERCESIÓN DE ABRAHAM A FAVOR DE SODOMA

En aquellos días, el Señor se apareció a Abraham en la encina de Mambré estando él sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y he aquí que había tres individuos parados a su vera. Como los vio acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo:

«Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor. Ea, que traigan un poco de agua y lavaos los pies y recostaos bajo este árbol, que yo iré a traer un bocado de pan, y repondréis fuerzas. Luego pasaréis adelante, que para eso habéis acertado a pasar a la vera de este servidor vuestro.»

Dijeron ellos:

«Hazlo como has dicho.»

Abraham se dirigió presuroso a la tienda, a donde Sara, y le dijo:

«Apresta tres arrobas de harina de sémola, amasa y haz unas tortas.»

Abraham, por su parte, acudió a la vacada y apartó un becerro tierno y hermoso, y se lo entregó al mozo, el cual se apresuró a aderezarlo. Luego tomó cuajada y leche, junto con el becerro que había aderezado, y se lo presentó, manteniéndose en pie delante de ellos bajo el árbol. Así que hubieron comido le dijeron:

«¿Dónde está tu mujer Sara?»

Contestó:

«Ahí, en la tienda».

Dijo entonces aquél:

«Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer Sara tendrá un hijo.»

Sara lo estaba oyendo a la entrada de la tienda, a sus espaldas. Abraham y Sara eran viejos, entrados en años, y a Sara se le había retirado la regla de las mujeres. Así que Sara rió para sus adentros y dijo:

«Ahora que estoy pasada, ¿sentiré el placer, y además con mi marido viejo?».

Dijo el Señor a Abraham:

«¿Cómo así se ha reído Sara, diciendo: "¡Seguro que voy a parir ahora de vieja!"? ¿Es que hay nada milagroso para el Señor? En el plazo fijado volveré, al término de un embarazo, y Sara tendrá un hijo.»

Sara negó:

«No me he reído».

Y es que tuvo miedo. Pero aquél dijo:

«No digas eso, que sí te has reído.»

Se levantaron de allí aquellos hombres y tomaron hacia Sodoma, y Abraham les acompañaba de despedida. Dijo entonces el Señor:

«¿Por ventura voy a ocultarle a Abraham lo que hago, siendo así que Abraham ha de ser un pueblo grande y poderoso, y se bendecirán por él los pueblos todos de la tierra? Porque yo le conozco y sé que mandará a sus hijos y a su descendencia que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho, de modo que pueda concederle el Señor a Abraham lo que le tiene apalabrado.»

Dijo, pues, el Señor:

«El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo. Ea, voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo.»

Y marcharon desde allí aquellos individuos camino de Sodoma, en tanto que Abraham permanecía parado delante del Señor. Le abordó Abraham y dijo:

«¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro? Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al justo con el malvado, y que corran parejas el uno con el otro. Tú no puedes. El juez de toda la tierra ¿va a fallar una injusticia?»

Dijo el Señor:

«Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos en la ciudad perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos.

Replicó Abraham:

«¡Mira que soy atrevido de interpelar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Supón que los cincuenta justos fallen por cinco. ¿Destruirías por los cinco a toda la ciudad?»

Dijo:

«No la destruiré, si encuentro allí a cuarenta y cinco justos.»

Insistió todavía:

«Supón que se encuentran allí cuarenta.»

Respondió:

«Tampoco lo haría, en atención de esos cuarenta.»

Insistió:

«No se enfade mi Señor si le digo: "Tal vez se encuentren allí treinta".»

Respondió:

«No lo haré si encuentro allí a esos treinta.»

Díjole:

«¡Cuidado que soy atrevido de interpelar a mi Señor! ¿Y si se hallaren allí veinte?»

Respondió:

Tampoco haría destrucción en gracia de los veinte.»

Insistió:

«Vaya, no se enfade mi Señor, que ya sólo hablaré esta vez: "¿Y si se encuentran allí diez?"»

Dijo:

«Tampoco haría destrucción, en gracia de los diez.»

Partió el Señor así que hubo acabado de conversar con Abraham, y éste se volvió a su lugar.

RESPONSORIO


R. Abraham, ante la promesa de Dios, no vaciló, dejándose llevar de la incredulidad: * porque para Dios no hay ninguna cosa imposible.
V. No flaqueó en la fe al considerar su cuerpo ya marchito.
R. Porque para Dios no hay ninguna cosa imposible.

SEGUNDA LECTURA

De la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, del Concilio Vaticano segundo (Núms. 7-8.106)
CRISTO ESTÁ PRESENTE EN SU IGLESIA

Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la misa, tanto en la persona del ministro, ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz, como, sobre todo, bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues, cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura, es él quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, pues él mismo prometió: Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

En verdad, en esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa, la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre eterno.

Con razón, pues, se considera a la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y realizan, cada uno a su manera, la santificación del hombre; y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.

En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es la acción sagrada por excelencia, cuya eficacia no es igualada, con el mismo título y en el mismo grado, por ninguna otra acción de la Iglesia.

En la liturgia terrena participamos, pregustándola, de aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo, ministro del santuario y de la tienda verdadera, está sentado a la derecha de Dios; con todos los coros celestiales, cantamos en la liturgia el himno de la gloria del Señor; veneramos la memoria de los santos, esperando ser admitidos en su asamblea; aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo, hasta que aparezca él, vida nuestra; entonces también nosotros apareceremos, juntamente con él, en gloria.

La Iglesia, por una tradición apostólica que se remonta al mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o Domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la eucaristía, celebren el memorial de la pasión, resurrección y gloria del Señor Jesús, y den gracias a Dios, que, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Por esto, el Domingo es la fiesta primordial, que debe inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo. No deben anteponérsele otras solemnidades, a no ser que sean realmente de suma importancia, puesto que el Domingo es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico.

RESPONSORIO


R. Cristo ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios. * Reconozcamos nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros.
V. Cuando hablamos con Dios en la oración, el Hijo está unido a nosotros.
R. Reconozcamos nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros.


HIMNO FINAL: SEÑOR DIOS ETERNO


Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.


ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, dirie nuestras acciones según tu voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


CONCLUSIÓN


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.