15 de septiembre de 2014
LAUDES
MEMORIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
Del común de la Santísima Virgen María. Del lunes IV del Salterio
Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Antífona: Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
SALMO 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María participó.
HIMNO
¿Habrá dolor más intenso que tu dolor dolorido? ¿Habrá, Señora, un gemido más soledoso y más denso que el que te enluta, hondo y tenso, de morada y negra toca? ¡Oh turba que pasáis loca, hijas de Jerusalén, mirad la bondad sin bien: mojad con hiel vuestra boca! ¿No son más blandas las piedras y más compasivo el cielo que mi corazón sin duelo, cuando tú, como las hiedras junto a la cruz, no te arredras de ahogarte en esos oleajes de hiel? Obscuros celajes envolvían el Calvario, y tú eras, Madre, el sudario de aquel diluvio de ultrajes. Dame ese llanto bendito para llorar mis pecados; dame esos clavos clavados, esa corona, ese grito, ese puñal, ese escrito y esa cruz para loarte, para urgirte y consolarte, Oh Virgen de los Dolores, para ir sembrando de flores tu viacrucis parte a parte. Amén.
SALMODIA
Antífona 1: Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.
SALMO 62, 2-9
EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansias de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a las sombras de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.
Antífona 2: Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
SALMO 62, 2-9
EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansias de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a las sombras de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Antífona 3: Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.
SALMO 149
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Antífona 3: Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de Cristo.
LECTURA BREVE
Colosenses 1, 24-25
Ahora me alegro de los padecimientos que he sufrido por vosotros, y voy completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal. Pues he sido constituido ministro de la Iglesia conforme a la misión que él me ha confiado respecto de vosotros: dar cumplimiento a la palabra de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Que por tu intervención, Virgen María, obtengamos la salvación.
R. Que por tu intervención, Virgen María, obtengamos la salvación.
V. De las llagas de Jesucristo.
R. Obtengamos la salvación.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Que por tu intervención, Virgen María, obtengamos la salvación.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Antífona: Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.
LUCAS 1, 68-79
CÁNTICO DE ZACARÍAS. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Antífona: Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu Hijo.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle: Que tu Santa Madre, Señor, interceda por nosotros. Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado, líbranos también a nosotros de toda culpa. Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo, haz también de nosotros templos de tu Espíritu. Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor, ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna. Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo, haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales. Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina, danos el gozo de tener parte en su gloria. Se pueden añadir algunas intenciones libres Se pueden añadir algunas intenciones libres. Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal.
ORACIÓN
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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