LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
17 de octubre de 2014VÍSPERASMEMORIA DE SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, OBISPO Y MÁRTIR.Del Común de Mártires: para un mártir. Del viernes IV del SalterioMemoria de san Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol san Juan y segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo. († c.107) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Oh Dios, que eres el premio, la corona y la suerte de todos tus soldados, líbranos de los lazos de las culpas por este mártir a quien hoy cantamos. Él conoció la hiel que está escondida en la miel de los goces de este suelo, y, por no haber cedido a sus encantos, está gozando los del cielo eterno. Él afrontó con ánimo seguro lo que sufrió con varonil coraje, y consiguió los celestiales dones al derramar por ti su noble sangre. Oh piadosísimo Señor de todo, te suplicamos con humilde ruego que, en el día del triunfo de este mártir, perdones los pecados de tus siervos. Gloria eterna al divino Jesucristo, que nació de una Virgen impecable, y gloria eterna al Santo Paracleto, y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén. SALMODIA Antífona 1: Día tras día, te bendeciré Señor, y esplicaré tus proezas. SALMO 144-I HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Día tras día, te bendeciré Señor, y esplicaré tus proezas. Antífona 2: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan. SALMO 144-II HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan. Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! CÁNTICO: APOCALIPSIS 15,3-4 CANTO DE LOS VENCEDORES Grandes y maravillosas son tus obras Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! LECTURA BREVE 1 Pedro 4, 13-14 Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. RESPONSORIO BREVE V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro. R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro. V. Nos refinaste como refinan la plata. R. Pero nos has dado respiro. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible. PRECES En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo: Te glorificamos, Señor. Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos amaste hasta el extremo. Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos y les das parte en los premios de tu reino. Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna. Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte. Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, que has querido que el testimonio de los mártires sea el honor de todo el cuerpo de tu Iglesia, concédenos que el martirio de san Ignacio de Antioquia, que hoy conmemoramos, así como le mereció a él una gloria eterna, así también nos dé a nosotros valor en el combate de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
17 de octubre de 2014COMPLETASVIERNES DE LA SEMANA XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y otorgues tu protección. Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para cantar tus loores de nuevo al salir el sol. Danos vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad ilumine la oscuridad que llegó. Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el Señor, que reina con el Espíritu Santo vivificador. Amén. SALMODIA Antífona 1: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. SALMO 87 ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oido a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar. Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla o tu justicia en el país del olvido? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro? Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio, tus espantos me han consumido: me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una; alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. LECTURA BREVE Jeremías 14, 9 Tú estás en medio de nosotros, Señor; tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor, Dios nuestro. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, le imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
17 de octubre de 2014OFICIO DE LECTURASAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, obispo y mártir.MEMORIA17 de octubre Del Común de Mártires: para un mártir. Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol san Juan y segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo. († c.107) INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio [Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23], con la siguiente antífona: Antífona: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires, Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura, o bien: Pléyade santa y noble de mártires insignes, testigos inmortales del Cristo victimado; dichosos, pues sufristeis la cruz de vuestro Amado Señor, que a su dolor vuestro dolor ha unido. Bebisteis por su amor el cáliz de la sangre, dichosos cireneos, camino del Calvario seguisteis, no dejasteis a Jesús solitario, llevasteis vuestra cruz junto a su cruz unida. Rebosa ya el rosal de rosas escarlatas y la luz del sol tiñe de rojo el alto cielo, la muerte estupefacta contempla vuestro vuelo, enjambre de profetas y justos perseguidos. Vuestro valor intrépido deshaga cobardías de cuantos en la vida persigue la injusticia; siguiendo vuestras huellas, hagamos la milicia, sirviendo con amor la paz de Jesucristo. Amén. Antífona 1: Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo. SALMO 54 - I ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme, me agitan mis ansiedades. Me turba la voz del enemigo, los gritos del malvado: descargan sobre mí calamidades y me atacan con furia. Se me retuercen dentro las entrañas, me sobrecoge un pavor mortal, me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto, y pienso: "¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto, me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas". Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo. Antífona 2: El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario. SALMO 54 - II ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre sus murallas; en su recinto, crimen e injusticia; dentro de ella, calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño. Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad: Juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario. Antífona 3: Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará. SALMO 54 - III ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO Pero yo invoco a Dios, y el Señor me salva: por la tarde, en la mañana, al mediodía, me quejo gimiendo. Dios escucha mi voz: su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen, porque son muchos contra mí. Dios me escucha, los humilla el que reina desde siempre, porque no quieren enmendarse ni temen a Dios. Levantan la mano contra su aliado, violando los pactos; su boca es más blanda que la manteca, pero desean la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero son puñales. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga. Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos a la fosa profunda. Los traidores y sanguinarios no cumplirán ni la mitad de sus años. Pero yo confío en ti. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará. VERSÍCULO V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría. R. Presta oído a mi inteligencia. PRIMERA LECTURA Del libro de Ben Sirá 17, 13-31 EXHORTACIÓN A LA CONVERSIÓN Los caminos del hombre están siempre en la presencia de Dios, no se ocultan a sus ojos. Sus caminos desde la niñez se inclinan al mal, no son capaces de transformar en corazones de carne los de piedra. Cuando dividió sobre la tierra las naciones, puso un jefe sobre cada nación, pero Israel es la porción del Señor. Por ser su primogénito lo educa, y porque le dio la luz de su amor no le perdona. Todas sus obras están ante él como el sol, sus ojos observan siempre sus caminos; no se le ocultan sus injusticias, todos sus pecados están a su vista. El Señor, que es bueno y conoce a su criatura, no los rechaza ni abandona, sino que los perdona. El Señor guarda, como sello suyo, la limosna del hombre, y su caridad, como la niña del ojo. Después se levantará para retribuirlas y hará recaer sobre ellos lo que merecen. A los que se arrepienten los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas. Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el abismo, ¿quién alaba al Señor como los vivos que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor. ¡Qué grande es la misericordia del Señor y su perdón para los que vuelven a él! El hombre no es como Dios, pues ningún hijo de Adán es inmortal; ¿qué hay más brillante que el sol? Pues también tiene eclipses. Carne y sangre maquinan el mal. Dios pasa revista al ejército celeste, cuanto más a los hombres de polvo y ceniza. RESPONSORIO R. Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el Señor. Sí -dice el Espíritu-, que descansen ya de sus fatigas, * pues sus obras los acompañan. V. ¡Qué grande es la misericordia del Señor y su perdón para los que vuelven a él! R. Pues sus obras los acompañan. SEGUNDA LECTURA De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir a los Romanos (Caps. 4, 1-2; 6, 1-8, 3: Funk 1, 217-223) SOY TRIGO DE DIOS, Y HE DE SER MOLIDO POR LOS DIENTES DE LAS FIERAS Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les encarezco lo mismo: que moriré de buena gana por Dios con tal que vosotros no me lo impidáis. Os lo pido por favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna. Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras; para llegar a ser pan limpio de Cristo. Rogad por mí a Cristo, para que, por medio de esos instrumentos, llegue a ser una víctima para Dios. De nada me servirían los placeres terrenales ni los reinos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó. Se acerca ya el momento de mi nacimiento a la vida nueva. Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida no queráis que muera; si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me apremia. El príncipe de este mundo me quiere arrebatar y pretende arruinar mi deseo que tiende hacia Dios. Que nadie de vosotros, los aquí presentes, lo ayude; poneos más de mi parte, esto es, de parte de Dios. No queráis a un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los deseos mundanos en el corazón. Que no habite la envidia entre vosotros. Ni me hagáis caso si, cuando esté aquí, os suplicare en sentido contrario; haced más bien caso de lo que ahora os escribo. Porque os escribo en vida, pero deseando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva que me habla y me dice: "Ven al Padre". No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo. Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible. No quiero ya vivir más la vida terrena. Y este deseo será realidad si vosotros lo queréis. Os pido que lo queráis, y así vosotros hallaréis también benevolencia. En dos palabras resumo mi súplica: hacedme caso. Jesucristo os hará ver que digo la verdad, él, que es la boca que no engaña, por la que el Padre ha hablado verdaderamente. Rogad por mí, para que llegue a la meta. Os he escrito no con criterios humanos, sino conforme a la mente de Dios. Si sufro el martirio, es señal de que me queréis bien; de lo contrario, es que me habéis aborrecido. RESPONSORIO R. Nada os es desconocido si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: * El principio es la fe, el fin la caridad. V. Revestíos de mansedumbre y convertíos en criaturas nuevas por medio de la fe, que es como la carne del Señor, y por medio de la caridad, que es como su sangre. R. El principio es la fe, el fin la caridad. ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, que has querido que el testimonio de los mártires sea el honor de todo el cuerpo de tu Iglesia, concédenos que el martirio de san Ignacio de Antioquia, que hoy conmemoramos, así como le mereció a él una gloria eterna, así también nos dé a nosotros valor en el combate de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |