LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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1 de julio de 2015VÍSPERASMIÉRCOLES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIODel miércoles V del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores. Al romper el día nos apalabraste. Cuidamos tu viña del alba a la tarde. Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria no hay trabajo grande. Das al de la tarde lo que al mañanero. Son tuyas las horas y tuyo el viñedo. A lo que sembramos dale crecimiento. Tú que eres la viña, cuida los sarmientos. Amén. SALMODIA Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? SALMO 26-I CONFIANZA ANTE EL PELIGRO. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Antífona 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. SALMO 26-II CONFIANZA ANTE EL PELIGRO. Escúchame, Señor que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo. CÁNTICO: COLOSENSES 1, 12-20 HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él: Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo. LECTURA BREVE Santiago 1,22.25 Llevad a la práctica la ley y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla. RESPONSORIO BREVE V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. V. No arrebates mi alma con los pecadores. R. Ten misericordia de mí. V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. PRECES Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración: Muestra, Señor, tu caridad. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: —guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor. Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios verdadero, —y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado. A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes, —y que tu bondad les dé la vida eterna. Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: —alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad. Se pueden añadir algunas intenciones libres. En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto —y dales posesión de tu reino. Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común: Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdonanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación mas líbranos del mal. ORACIÓN Señor, Dios salvador nuestro, danos tu ayuda, para que siempre deseemos las obras de la luz y realicemos la verdad: así los que de ti hemos nacido como hijos de la luz seremos tus testigos ante los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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1 de julio de 2015COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. SALMODIA Antífona 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. SALMO 30, 2-6 SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Antífona 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor. SALMO 129 DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor. LECTURA BREVE Efesios 4,26-27 No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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1 de julio de 2015OFICIO DE LECTURAMIÉRCOLES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIODel miércoles V del SalterioFERIA INVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Adoremos a Dios, porque él nos ha creado. [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Con entrega, Señor, a ti venimos, escuchar tu palabra deseamos; que el Espíritu ponga en nuestros labios la alabanza al Padre de los cielos. Se convierta en nosotros la palabra en la luz que a los hombres ilumina, en la fuente que salta hasta la vida, en el pan que repara nuestras fuerzas; en el himno de amor y de alabanza que se canta en el cielo eternamente, y en la carne de Cristo se hizo canto de la tierra y del cielo juntamente. Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo, el Señor Jesucristo, nuestro hermano, y al Espíritu Santo, que, en nosotros, glorifica tu nombre por los siglos. Amén. SALMODIA Antífona 1: Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.SALMO 17 - I ACCIÓN DE GRACIA, DESPUÉS DE LA VICTORIA Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte. En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza. Antífona 2: El Señor me libró porque me amaba. SALMO 17 - II ACCIÓN DE GRACIA, DESPUÉS DE LA VICTORIA Entonces tembló y retembló la tierra, vacilaron los cimientos de los montes, sacudidos por su cólera; de su nariz se alzaba una humareda, de su boca un fuego voraz. y lanzaba carbones ardiendo. Inclinó el cielo y bajó con nubarrones debajo de sus pies; volaba a caballo de un querubín cerniéndose sobre las alas del viento, envuelto en un manto de oscuridad; Como un toldo, lo rodeaban oscuro aguacero y nubes espesas; al fulgor de su presencia, las nubes se deshicieron en granizo y centellas; y el Señor tronaba desde el cielo, el Altísimo hacía oír su voz: disparando sus saetas, los dispersaba, y sus contínuos relámpagos los enloquecían. El fondo del mar apareció, y se vieron los cimientos del orbe, cuando tú, Señor, lanzaste un bramido, con tu nariz resoplando de cólera. Desde el cielo alargó la mano y me agarró, me sacó de las aguas caudalosas, me libró de un enemigo poderoso, de adversarios más fuertes que yo. Me acosaban el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: El Señor me libró porque me amaba. Antífona 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas. SALMO 17 - III ACCIÓN DE GRACIA, DESPUÉS DE LA VICTORIA El Señor retribuyó mi justicia, retribuyó la pureza de mis manos, porque seguí los caminos del Señor y no me rebelé contra mi Dios; porque tuve presentes sus mandamientos y no me aparté de sus preceptos; Le fui enteramente fiel, guardándome de toda culpa; el Señor retribuyó mi justicia, la pureza de mis manos en su presencia. Con el fiel, tú eres fiel; con el íntegro, tú eres íntegro; con el sincero, tú eres sincero; con el astuto, tú eres sagaz. Tú salvas al pueblo afligido y humillas los ojos soberbios. Señor, tú eres mi lámpara; Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. Fiado en ti, me meto en la refriega, fiado en mi Dios, asalto la muralla. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas. VERSÍCULO V. Todos quedaban maravillados. R. De las palabras que salían de la boca de Dios. PRIMERA LECTURA Del primer libro de Samuel 11, 1-15 SAÚL VENCE A LOS AMONITAS Y ES ACLAMADO REY POR EL PUEBLO En aquellos días, el amonita Najas hizo una incursión y acampó ante Yabés de Galaad. Los de Yabés le pidieron: «Haz un pacto con nosotros, y seremos tus vasallos.» Pero Najas les dijo: «Pactaré con vosotros a condición de sacaros el ojo derecho. Así afrentaré a todo Israel.» Los ancianos de Yabés le pidieron: «Danos siete días para que podamos mandar emisarios por todo el territorio de Israel. Si no hay quien nos salve, nos rendiremos.» Los mensajeros llegaron a Loma de Saúl, comunicaron la noticia al pueblo, y todos se echaron a llorar a gritos. Pero, he aquí que llegaba Saúl del campo, tras los bueyes, y preguntó: «¿Qué le pasa a la gente, que está llorando?» Le contaron la noticia que habían traído los de Yabés y, al oírlo Saúl, lo invadió el espíritu de Dios; enfurecido, cogió la pareja de bueyes, los descuartizó y los repartió por todo Israel, aprovechando a los emisarios, con este pregón: «Así acabará el ganado del que no vaya a la guerra con Saúl y Samuel.» El temor del Señor cayó sobre la gente, y fueron a la guerra como un solo hombre. Saúl les pasó revista en Centella: los de Israel eran trescientos mil, y treinta mil los de Judá. Y dijo a los emisarios que habían venido: «Decid a los de Yabés de Galaad: "Mañana, cuando caliente el sol, os llegará la salvación."» Los emisarios marcharon a comunicárselo a los de Yabés, que se llenaron de alegría, y dijeron a Najas: «Mañana nos rendiremos, y haréis de nosotros lo que mejor os parezca.» Al día siguiente, Saúl distribuyó la tropa en tres cuerpos; irrumpieron en el campamento enemigo al relevo de la madrugada, y estuvieron matando amonitas hasta que calentó el sol; los enemigos que quedaron vivos se dispersaron, de forma que no iban dos juntos. Entonces, el pueblo dijo a Samuel: «¡A ver, los que decían que Saúl no reinaría! ¡Entregadlos, que los haremos morir!» Pero Saúl dijo: «Hoy no ha de morir nadie, porque hoy el Señor ha salvado a Israel.» Y Samuel dijo a toda la gente: «Vamos todos a Guilgal a inaugurar allí la monarquía.» Todos fueron a Guilgal y coronaron allí a Saúl ante el Señor; y Saúl y los israelitas ofrecieron al Señor sacrificios de comunión y celebraron allí una gran fiesta. RESPONSORIO (Sal 17, 47. 48b. 51) R. Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador; * él me libró de mis enemigos. V. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R. Él me libró de mis enemigos. SEGUNDA LECTURA Del libro de santa Teresa de Ávila, virgen y doctora de la Iglesia, Camino de perfección (Cap. 51: BAC 120, 221-224) VENGA A NOSOTROS TU REINO ¿Quién hay -por desastrado que sea- que cuando pide a una persona de prestigio no lleva pensado cómo lo ha de pedir para contentarle y no serle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que le ha de dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña que pidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para notar mucho. ¿No hubierais podido, Señor mío, concluir con una palabra y decir: "Dadnos, Padre, lo que nos conviene"? Pues, a quien tan bien entiende todo, no parece era menester más. ¡Oh sabiduría de los ángeles! Para vos y vuestro Padre esto bastaba (que así le pedisteis en el huerto: mostrasteis vuestra voluntad y temor, mas lo dejaste en la suya): mas nos conocéis a nosotros, Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais vos a la voluntad de vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas para que nos detuviésemos un poco en mirar siquiera si nos está bien lo que pedimos, y si no, que no lo pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo que queremos -con este libre albedrío que tenemos-, no admitiremos lo que el Señor nos diere, porque, aunque sea lo mejor, como no veamos luego el dinero en la mano, nunca nos pensamos ver ricos. Pues dice el buen Jesús: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Ahora mirad qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Considero yo aquí, y es bien que entendamos, qué pedimos en este reino. Mas como vio su majestad que no podíamos santificar, ni alabar, ni engrandecer, ni glorificar, ni ensalzar este nombre santo del Padre eterno -conforme a lo poquito que podemos nosotros-, de manera que se hiciese como es razón, si no nos proveía su majestad con darnos acá su reino, y así lo puso el buen Jesús lo uno junto a lo otro. Porque entendáis esto que pedimos, y lo que nos importa pedirlo y hacer cuanto pudiéramos para contentar a quien nos lo ha de dar, quiero decir aquí lo que yo entiendo. El gran bien que hay en el reino del cielo -con otros muchos- es ya no tener cuenta con cosas de la tierra: un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre, y no le ofende nadie, todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amaríamos acá: aunque no en esta perfección y en un ser, mas muy de otra manera le amaríamos si le conociésemos. RESPONSORIO R. El que sabe dar buenos dones a sus hijos nos impulsa a pedir y a buscar. * Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor. V. Con frecuencia la oración se expresa mejor con gemidos que con palabras, más con el llanto que con los labios. R. Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor. ORACIÓN Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |