LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA
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31 de enero de 2016II VÍSPERASIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIODel Domingo IV del SalterioINVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya HIMNO Hacedor de la luz: tú que creaste la que brilla en los días de este suelo, y que, mediante sus primeros rayos, diste principio al universo entero. Tú que nos ordenaste llamar día al tiempo entre la aurora y el ocaso, ahora que la noche se aproxima oye nuestra oración y nuestro llanto. Que cargados con todas nuestras culpas no perdamos el don de la otra vida, al no pensar en nada duradero y al continuar pecando todavía. Haz que, evitando todo lo dañoso y a cubierto de todo lo perverso, empujemos las puertas celestiales y arrebatemos el eterno premio. Escucha nuestra voz, piadoso Padre, que junto con tu Hijo Jesucristo y con el Santo Espíritu Paráclito, reinas y reinarás en todo siglo. Amén. SALMODIA Antífona 1: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya. SALMO 109, 1-5. 7 EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sion extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya. Antífona 2: Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados. SALMO 111 FELICIDAD DEL JUSTO Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor; hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados. Antífona 3: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. CÁNTICO: APOCALIPSIS 19,1-2, 5-7 LAS BODAS DEL CORDERO El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R. Aleluya) porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. (R. Aleluya) Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Llegó la boda del cordero. (R. Aleluya) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 3: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. LECTURA BREVE Hebreos 12, 22-24 Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel. RESPONSORIO BREVE V. Nuestro Señor es grande y poderoso. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Su sabiduría no tiene medida. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Querían matar a Jesús, pero él, atravesando por medio de ellos, siguió su camino. LUCAS 1, 46-55 CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Querían matar a Jesús, pero él, atravesando por medio de ellos, siguió su camino. PRECES Alegrándonos en el Señor, de quien vienen todos los dones, digámosle: Escucha, Señor, nuestra oración. Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso, —fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos. Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles, —y sumisos a la verdad de nuestra fe. Tú que amas a los justos, —haz justicia a los oprimidos. Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos, —endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Haz que los que duermen ya el sueño de la paz —lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección. Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada: PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. ORACIÓN Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado; has que comencemos este día con ánimo alegre, y que realicemos nuestras obras movidos por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. |
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31 de enero de 2016COMPLETASORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO DESPUÉS DE LAS II VÍSPERAS DEL DOMINGOINVOCACIÓN INICIALV. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HIMNO Se inclina ya mi frente, sellado está el trabajo; Señor, tu pecho sea la gracia del descanso. Mis ojos se retiran, la voz deja su canto, pero el amor enciende su lámpara velando. Lucero que te fuiste, con gran amor amado, en tu gloria dormimos y en sueños te adoramos. Amén. SALMODIA Antífona 1: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. SALMO 90 A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Antífona 1: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Apocalipsis 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén. BENDICIÓN V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R.Amén. ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado. Bajo tu amparo nos acogemos Madre del Redentor, virgen fecunda Salve, Reina de los cielos Dios te salve, Reina y Madre de misericordia Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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31 de enero de 2016OFICIO DE LECTURAIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIODel domingo IV del SalterioINVOCACIÓN INICIAL Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Antífona: Pueblo del Señor, rebaño que el guía, bendice a tu Dios. Aleluya. [ver salmo] [no ver salmo] Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO Que doblen las campanas jubilosas, y proclamen el triunfo del amor, y llenen nuestras almas de aleluyas, de gozo y esperanza en el Señor. Los sellos de la muerte han sido rotos, la vida para siempre es libertad, ni la muerte ni el mal son para el hombre su destino, su última verdad. Derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda historia y su final; esperad con confianza su venida: no temáis, con vosotros él está. Volverán encrespadas tempestades para hundir vuestra fe y vuestra verdad, es más fuerte que el mal y que su embate el poder del Señor, que os salvará. Aleluyas cantemos a Dios Padre, aleluyas al Hijo salvador, su Espíritu corone la alegría que su amor derramó en el corazón. Amén. SALMODIA Antífona 1: ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?SALMO 23 ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO Del Señor es la tierra y cuanto lo llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. El es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 1: ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? Antífona 2: Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya SALMO 65-I Aclama al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: "¡Qué terribles son tus obras por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!" Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres: transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente; sus ojos vigilan a las naciones, para que no se subleven los rebeldes. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas, porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. ¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba, nos refinaste como refinan la plata; nos empujaste a la trampa, nos echaste a cuestas un fardo: sobre nuestro cuello cabalgaban, pasamos por fuego y por agua, pero nos has dado respiro. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 2: Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya Antífona 3: Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya. SALMO 65-II Entraré en tu casa con víctimas, para cumplir mis votos: los que pronunciaron mis labios y prometió mi boca en el peligro. Te ofreceré víctimas cebadas, te quemaré carneros, inmolaré bueyes y cabras. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. Si hubiera tenido yo mala intención, el Señor no me habría escuchado; pero Dios me escuchó, y atendió a mi voz suplicante. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Antífona 3: Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya. VERSÍCULO V. La palabra de Dios es viva y eficaz. R. Más penetrante que espada de doble filo. PRIMERA LECTURA Del libro del Génesis 27, 1-29 ISAAC BENDICE A JACOB Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a su hijo mayor: «Hijo mío.» Contestó: «Aquí estoy.» Él le dijo: «Mira, yo soy viejo y no sé cuándo moriré. Toma tus aparejos, arco y aljaba, y sal al campo a buscarme caza; después me guisas un buen plato, como sabes que me gusta, y me lo traes para que coma; pues quiero darte mi bendición antes de morir.» Rebeca escuchó la conversación de Isaac con Esaú, su hijo. Salió Esaú al campo a cazar para su padre. Y Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que, hablando con tu hermano Esaú, le decía: "Tráeme caza y prepárame un guiso sabroso; comeré, y después te bendeciré en presencia del Señor, antes de morirme." Ahora, hijo mío, escucha lo que te digo: Vete al rebaño, tráeme dos buenos cabritos, y con ellos prepararé un guiso sabroso para tu padre, como a él le gusta. Se lo llevarás a tu padre para que coma, y así te bendecirá antes de morir.» Jacob respondió a Rebeca, su madre: «Mira, mi hermano Esaú es velludo, y yo, en cambio, lampiño. A lo mejor, al palparme mi padre, descubre que soy embustero, y me atraería maldición en vez de bendición.» Su madre le dijo: «Yo cargo con la maldición, hijo mío. Tú obedéceme, ve y tráemelos.» Él fue cogió los cabritos, se los trajo a su madre, y su madre preparó un guiso sabroso a gusto de su padre. Rebeca tomó un traje de su hijo mayor, Esaú, el traje de fiesta, que tenía en el arcón, y vistió con él a Jacob, su hijo menor; con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lisa del cuello. Y puso en manos de su hijo Jacob el guiso sabroso que había preparado y el pan. Él entró en la habitación de su padre y dijo: «Padre.» Respondió Isaac: «Aquí estoy: ¿quién eres, hijo mío?» Respondió Jacob a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito; he hecho lo que me mandaste; incorpórate, siéntate, y come lo que he cazado; después me bendecirás tú.» Isaac dijo a su hijo: «¡Qué prisa te has dado para encontrarla!» Él respondió: «El Señor, tu Dios, me la puso al alcance.» Isaac dijo a Jacob: «Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no.» Se acercó Jacob a su padre Isaac, y éste lo palpó, y dijo: «La voz es la voz de Jacob, los brazos son los brazos de Esaú.» Y no lo reconoció porque sus brazos estaban peludos como los de su hermano Esaú. Y lo bendijo. Le volvió a preguntar: «¿Eres tú mi hijo Esaú?» Respondió Jacob: «Yo soy.» Isaac dijo: «Sírveme la caza, hijo mío, que coma yo de tu caza, y así te bendeciré yo.» Se la sirvió, y él comió. Le trajo vino, y bebió. Isaac le dijo: «Acércate y bésame, hijo mío.» Se acercó y lo besó. Y al oler el aroma del traje, lo bendijo, diciendo: «Aroma de un campo que bendijo el Señor es el aroma de mi hijo: que Dios te conceda el rocío del cielo, la fertilidad de la tierra, abundancia de trigo y de vino. Que te sirvan los pueblos, y se postren ante ti las naciones. Sé señor de tus hermanos, que ellos se postren ante ti. Maldito quien te maldiga, bendito quien te bendiga.» RESPONSORIO R. Aroma de un campo que bendijo el Señor es el aroma de mi hijo: que el Señor, mi Dios, te multiplique como la arena del mar * y te conceda el rocío del cielo. V. Que el Señor todopoderoso te bendiga y te multiplique. R. Y te conceda el rocío del cielo. SEGUNDA LECTURA De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Esmirniotas (Caps.1-4, 1: Funk 1, 235-237) CRISTO NOS HA LLAMADO A SU REINO Y GLORIA Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre y del amado Jesucristo establecida en Esmirna de Asia, la que ha alcanzado toda clase de dones por la misericordia de Dios, la que está colmada de fe y de caridad y a la cual no falta gracia alguna, la que es amadísima de Dios y portadora de santidad: mi más cordial saludo en espíritu irreprochable y en la palabra de Dios. Doy gracias a Jesucristo Dios, por haberos otorgado tan gran sabiduría; he podido ver, en efecto, cómo os mantenéis estables e inconmovibles en vuestra fe, como si estuvierais clavados en cuerpo y alma a la cruz del Señor Jesucristo, y cómo os mantenéis firmes en la caridad por la sangre de Cristo, creyendo con fe plena y firme en nuestro Señor, el cual procede verdaderamente de la estirpe de David, según la carne, es Hijo de Dios por la voluntad y el poder del mismo Dios, nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por Juan para cumplir así todo lo que Dios quiere; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente crucificado bajo el poder de Poncio Pilato y del tetrarca Herodes (y de su divina y bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para, mediante su resurrección, elevar su estandarte para siempre en favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles, reunidos todos en el único cuerpo de su Iglesia. Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación; y sufrió verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente. Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y palpadme, y daos cuenta de que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y, al punto, lo tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque espiritualmente estaba unido al Padre. Quiero insistir acerca de estas cosas, queridos hermanos, aunque ya sé que las creéis. RESPONSORIO R. En virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí. V. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. R. Que me amó hasta entregarse por mí. HIMNO FINAL: SEÑOR DIOS ETERNO Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. ORACIÓN Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado; has que comencemos este día con ánimo alegre, y que realicemos nuestras obras movidos por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. |