Liturgia de la Horas

LAUDES - VISPERAS - COMPLETAS - OFICIO DE LECTURA

1 de febrero de 2016



LAUDES

LUNES DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO

Del lunes IV del Salterio
FERIA
INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Antífona: Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

SALMO 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

HIMNO
Señor, cómo quisiera
en cada aurora aprisionar el día,
y ser tu primavera
en gracia y alegría,
y crecer en tu amor más todavía.

En cada madrugada
abrir mi pobre casa, abrir la puerta,
el alma enamorada,
el corazón alerta,
y conmigo tu mano siempre abierta.

Ya despierta la vida
con su canción de ruidos inhumanos;
y tu amor me convida
a levantar mis manos
y a acariciarte en todos mis hermanos.

Hoy elevo mi canto
con toda la ternura de mi boca,
al que es tres veces santo,
a ti que eres mi Roca
en quien mi vida toda desemboca.  Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Por la mañana sácianos de tu misericordia, Señor.

SALMO 89
BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo, 
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva: 
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación! 
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, 
quién ha sentido el peso de tu cólera? 
Enséñanos a calcular nuestros años, 
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. 
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Antífona 1: Por la mañana sácianos de tu misericordia, Señor.

Antífona 2: Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

CÁNTICO: ISAÍAS 42, 10-16
CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra; 
muja el mar y lo que contiene,
las costas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas; 
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las costas.

El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba, aguantaba;
como parturienta, grito,
jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran;
ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

Antífona 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

SALMO 134-I
HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob, 
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses. 
El Señor todo lo que quiere lo hace: 
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte, 
con los relámpagos desata la lluvia, 
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto, 
desde los hombres hasta los animales. 
Envió signos y prodigios
– en medio de ti, Egipto– 
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

LECTURA BREVE
Judit 8, 21b-23
Recordad cómo fueron probados nuestros padres para ver si verdaderamente servían a su Dios. Recordad cómo fue probado Abrahán, nuestro padre; y, purificado por muchas tribulaciones, llegó a ser amigo de Dios. Del mismo modo, Isaac, Jacob, Moisés y todos los que agradaron a Dios, le permanecieron fieles en medio de muchos padecimientos. 

RESPONSORIO BREVE

V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Bendito sea el Señor, porque nos ha visitado y redimido.

LUCAS 1, 68-79
CÁNTICO DE ZACARÍAS. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona: Bendito sea el Señor, porque nos ha visitado y redimido.

PRECES

Ya que Cristo escucha y salva a cuantos en él se refugian, acudamos a él, diciendo:

Te alabamos, Señor, esperamos en ti.

Te damos gracias, Señor, por el gran amor con que nos amaste; 
—continúa mostrándote con nosotros rico en misericordia.

Tú que, con el Padre, sigues actuando siempre en el mundo, 
—renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu. 

Abre nuestros ojos y los de nuestros hermanos,
—para que podamos contemplar hoy tus maravillas.

Ya que nos llamas hoy a tu servicio,
—haznos buenos administradores de tu múltiple gracia en favor de nuestros hermanos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acudamos a Dios Padre, tal como nos enseñó Jesucristo:  
PADRE NUESTRO
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

ORACIÓN

Señor Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu ayuda, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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1 de febrero de 2016



I VÍSPERAS

Del propio

Fiesta de la Presentación del Señor, llamada por los griegos Ipapánte: cuarenta días después de la Natividad del Señor, Jesús fue llevado al Templo por María y José, a fin de cumplir con la Ley de Moisés, pero sobre todo, para encontrar a su pueblo, creyente y exultante de gozo: luz que ilumina a las gentes y gloria de su pueblo, Israel.

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

HIMNO
De una Virgen hermosa 
celos tiene el sol, 
porque vio en sus brazos 
otro Sol mayor. 

Cuando del oriente 
salió el sol dorado, 
y otro Sol helado 
miró tan ardiente, 
quitó de la frente 
la corona bella, 
y a los pies de la Estrella 
su lumbre adoró, 
porque vio en sus brazos 
otro Sol mayor. 

"Hermosa María 
-dice el sol, vencido-, 
de vos ha nacido 
el Sol que podía 
dar al mundo el día 
que ha deseado". 
Esto dijo, humillado, 
a María el sol, 
porque vio en sus brazos 
otro Sol mayor. 

Al Padre y al Hijo 
gloria y bendición, 
y al Espíritu Santo 
por los siglos honor.  Amén. 


SALMODIA

Antífona 1: Sus padres llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor.

SALMO 112
ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, 
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Sus padres llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Antífona 2: Adorna tu tálamo, oh Sión, y recibe a Cristo, tu rey.

SALMO 147
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; 
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz; 
manda la nieve como lana, 
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas; 
envía una orden, y se derriten; 
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, 
ni les dio a conocer sus mandatos. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Adorna tu tálamo, oh Sión, y recibe a Cristo, tu rey.

Antífona 3: Dichoso eres, Simeón, porque recibiste en tus brazos a Cristo el Señor, salvador de su pueblo.

CÁNTICO:   FILIPENSES 2, 6-11   
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL 
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, 
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz. 

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble 
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Dichoso eres, Simeón, porque recibiste en tus brazos a Cristo el Señor, salvador de su pueblo.

LECTURA BREVE

Hebreos 10, 5-7
Cristo, al entrar en este mundo, dice: «No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no te complaciste en holocaustos ni en sacrificios por el pecado; entonces yo exclamé: “Ya estoy aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad" -pues así está escrito de mí en el rollo de la ley-.”»

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor revela su salvación.
R. El Señor revela su salvación.
V. Que presentó ante todos los pueblos.
R. Su salvación.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: El anciano llevaba al niño, pero era el niño quien guiaba al anciano; la Virgen lo dio a luz, permaneciendo virgen después del parto; y adoró a quien ella misma había engendrado.

LUCAS 1, 46-55
CÁNTICO DE MARÍA. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El anciano llevaba al niño, pero era el niño quien guiaba al anciano; la Virgen lo dio a luz, permaneciendo virgen después del parto; y adoró a quien ella misma había engendrado.

PRECES

Adoremos a Cristo, nuestro salvador presentado en el templo, y supliquémosle, diciendo:

Que nuestros ojos vean tu salvación.

Cristo salvador, tú que eres la luz para alumbrar las naciones,
— ilumina a los que aún te desconocen y haz que crean en ti, Dios verdadero.

Redentor nuestro y gloria de tu pueblo Israel,
— haz que tu Iglesia sea la luz de las naciones.

Señor Jesucristo, deseado de todos los pueblos y contemplado por los ojos del justo Simeón,
— haz que todos los hombres puedan alcanzar tu salvación.

Señor, que dispusiste que, al ser tú presentado en el templo, el justo Simeón anunciara a tu madre que una espada atravesaría su alma,
— fortifica a quienes sufren tribulaciones a causa de tu servicio.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Cristo, felicidad de los santos, a quien Simeón pudo contemplar antes de la muerte corno tanto había deseado,
— haz que los difuntos que desean contemplar tu rostro se sacien de tu visión.

Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue al mundo:

PADRE NUESTRO
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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1 de febrero de 2016



COMPLETAS

ORACIÓN ANTES DEL DESCANSO NOCTURNO EN EL LUNES DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HIMNO
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.


SALMODIA

Antífona 1: Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

SALMO 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Antífona 1: Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

LECTURA BREVE

1 Tesalonicenses 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él. 

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CANTICO DE SIMEÓN. LC 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

BENDICIÓN

V.El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Bajo tu amparo nos acogemos
Madre del Redentor, virgen fecunda
Salve, Reina de los cielos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muestranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!




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1 de febrero de 2016



OFICIO DE LECTURA

LUNES DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO

Del lunes IV del Salterio
FERIA

INVOCACIÓN INICIAL

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Antífona: Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

[ver salmo]     [no ver salmo]



Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO
En el principio, tu palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu palabra

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén


SALMODIA

Antífona 1: Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

SALMO 72 - I
POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Antífona 2: Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

SALMO 72 - II
POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Antífona 3: Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

SAMO 72 - III
POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sion.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

VERSÍCULO

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 27, 30-45
JACOB SUPLANTA A ESAÚ

En aquellos días, apenas terminó Isaac de bendecir a Jacob, mientras salía Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú volvía de cazar. También él preparó un guiso sabroso, y se lo llevó a su padre, y le dijo:

«Padre, incorpórate y come de la caza de tu hijo, y después me bendecirás tú.»

Le preguntó Isaac, su padre:

«¿Quién eres tú?»

Respondió él:

«Soy Esaú, tu hijo primogénito.»

Isaac quedó aterrorizado en extremo, y preguntó:

«Entonces, ¿quién es el que ha venido y me ha traído la caza? Yo la he comido antes de que tú llegaras, lo he bendecido, y quedará bendito.»

Cuando oyó Esaú las palabras de su padre, dio un grito atroz, y, amargado en extremo, dijo a su padre:

«Bendíceme a mí también, padre.»

Dijo Isaac:

«Tu hermano ha hecho trampa, y se ha llevado la bendición.»

Respondió Esaú:

«Con razón se llama Jacob: ya es la segunda vez que me echa la zancadilla; primero me quitó mi privilegio de primogénito, y ahora me ha quitado mi bendición.»

Y añadió:

«¿No te queda otra bendición para mí?»

Respondió Isaac a Esaú:

«Lo he nombrado señor tuyo, y he declarado a sus hermanos siervos suyos; le he concedido el trigo y el vino; ¿qué puedo ya hacer por ti, hijo mío?»

Respondió Esaú:

«¿Es que sólo tienes una bendición? Bendíceme también a mí, padre mío.»

Esaú rompió a llorar a gritos. Isaac, su padre, conmovido, le dijo:

«En tierra estéril, sin rocío del cielo, tendrás tu morada. Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Y, cuando te rebeles, sacudirás el yugo de tu cuello.»

Esaú guardaba rencor a Jacob, por la bendición que éste había recibido de su padre, y se decía:

«Cuando llegue el luto por mi padre, mataré a mi hermano Jacob.»

Le contaron a Rebeca lo que decía su hijo mayor Esaú, y mandó llamar a Jacob, el hijo menor, y le dijo:

«Esaú, tu hermano, quiere matarte para vengarse. Por tanto, hijo mío, escúchame:

Huye a Harán, a casa de Labán, mi hermano, y quédate con él una temporada, hasta que se le pase a tu hermano la ira contra ti y se olvide de lo que has hecho. Después, te haré traer de allí; no quiero verme privada de mis dos hijos en un solo día.»

RESPONSORIO


R. La Sabiduría guió al justo por caminos seguros cuando tuvo que huir de la ira de su hermano, y le descubrió el reino de Dios.
V. Le dio el conocimiento de las cosas santas y éxito en sus trabajos.
R. Y le descubrió el reino de Dios.

SEGUNDA LECTURA

De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos (Salmo 132: PLS 1, 244-245)
LA MULTITUD DE LOS CREYENTES NO ERA SINO UN SOLO CORAZÓN Y UNA SOLA ALMA

Ved qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos. Ciertamente, qué dulzura, qué delicia cuando los hermanos conviven unidos, porque esta convivencia es fruto de la asamblea eclesial; se los llama hermanos porque la caridad los hace concordes en un solo querer.

Leemos que, ya desde los orígenes de la predicación apostólica, se observaba esta norma tan importante: En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo. Tal, en efecto, debe ser el pueblo de Dios: todos hermanos bajo un mismo Padre, todos una sola cosa bajo un solo Espíritu, todos concurriendo a una misma casa de oración, todos miembros de un mismo cuerpo que es único.

Qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. El salmista añade una comparación para ilustrar esta dulzura y delicia, diciendo: Es ungüento precioso en la cabeza, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. El ungüento con que Aarón fue ungido sacerdote estaba compuesto de substancias olorosas. Plugo a Dios que así fuese consagrado por primera vez su sacerdote; y también nuestro Señor fue ungido de manera invisible entre todos sus compañeros. Su unción no fue terrena; no fue ungido con el aceite con que eran ungidos los reyes, sino con aceite de júbilo. Y hay que tener en cuenta que, después de aquella unción, Aarón, de acuerdo con la ley, fue llamado ungido.

Del mismo modo que este ungüento, doquiera que se derrame, extingue los espíritus inmundos del corazón, así también por la unción de la caridad exhalamos para Dios la suave fragancia de la concordia, como dice el Apóstol: Somos el buen olor de Cristo. Así, del mismo modo que Dios halló su complacencia en la unción del primer sacerdote Aarón, también es una dulzura y una delicia convivir los hermanos unidos.

La unción va bajando de la cabeza a la barba. La barba es distintivo de la edad viril. Por esto, nosotros no hemos de ser niños en Cristo, a no ser únicamente en el sentido ya dicho, de que seamos niños en cuanto a la ausencia de malicia, pero no en el modo de pensar. El Apóstol llama niños a todos los infieles, en cuanto que son todavía débiles para tomar alimento sólido y necesitan de leche, como dice el mismo Apóstol: Os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora.

RESPONSORIO


R. Siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos de otros. * A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.
V. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo; y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
R. A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.

ORACIÓN

Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado; has que comencemos este día con ánimo alegre, y que realicemos nuestras obras movidos por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


CONCLUSIÓN


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.