2 de febrero de 2016
OFICIO DE LECTURA
LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR FIESTA
Del propio
Fiesta de la Presentación del Señor, llamada por los griegos Ipapánte: cuarenta días después de la Natividad del Señor, Jesús fue llevado al Templo por María y José, a fin de cumplir con la Ley de Moisés, pero sobre todo, para encontrar a su pueblo, creyente y exultante de gozo: luz que ilumina a las gentes y gloria de su pueblo, Israel.
INVOCACIÓN INICIAL
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Antífona: Mirad, el Señor llega a su templo santo, venid, adorémosle.
[ver salmo]
[no ver salmo]
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
En el templo entra María, más que nunca pura y blanca, luces del mármol arranca, reflejos al oro envía. Va el Cordero entre la nieve, la Virgen nevando al Niño, nevando a puro cariño este blanco vellón leve. Las dos tórtolas que ofrece ya vuelan y ya se posan. Ana y Simeón rebosan gozo del tiempo que crece, que estalla, que está; no hubo quien, viendo al blanco alhelí, dijera, -por ti, por mí- que al hielo esta noche estuvo. Ya ha cesado la nevada; y el Niño, tan blanco, blanco, oye que va a ser el blanco de contradicción, la espada, ay, para su Madre, y mueve hacia ella sus ojuelos, regalando desconsuelos, como si él no fuera nieve. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Antífona 1: Éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten.
SALMO 2
¿POR QUE SE AMOTINAN LAS NACIONES?
¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: "rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo". El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: "yo mismo he establecido a mi Rey en Sion, mi monte santo". Voy a proclamar el decreto del Señor; El me ha dicho: "Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza". Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando; no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten.
Antífona 2: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor aparecerá sobre ti!
SALMO 18 A
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO
El cielo proclama la gloria de Dios, El firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor aparecerá sobre ti!
Antífona 3: Goza, alégrate, nueva Sión, mira a tu Rey, que viene humilde a salvar a su pueblo.
SALMO 44
LAS NUPCIAS DEL REY
Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente. Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey. Tu trono; oh Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros. A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor. Ya entra la princesa, bellísima, Vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. «A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra.» Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán por los siglos de los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Goza, alégrate, nueva Sión, mira a tu Rey, que viene humilde a salvar a su pueblo.
VERSÍCULO
V. Oh Dios, meditamos tu misericordia. R. En medio de tu pueblo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 13, 1-3a. 11-16
CONSAGRACIÓN DEL PRIMOGÉNITO
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: «Conságrame todo primogénito israelita; el primer parto, lo mismo de hombres que de ganados, me pertenece.» Dijo, pues, Moisés al pueblo: «Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la haya entregado, dedicarás al Señor todos los primogénitos. El primer parto de tus animales, si es macho, pertenece también al Señor. La primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas la desnucarás. Pero los primogénitos de entre tus hijos los rescatarás siempre. Y cuando mañana tu hijo te pregunte: "¿Qué significa esto?", le responderás: "Con mano fuerte el Señor nos sacó de Egipto, de la esclavitud. El Faraón se había obstinado en no dejarnos salir; entonces el Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo de hombres que de animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales. Pero los primogénitos de los hombres los rescato." Este rito será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio ante tus ojos, de que con mano fuerte te sacó de Egipto el Señor.»
RESPONSORIO ()
R. Adorna tu tálamo, oh Sión, y recibe a Cristo, tu rey: * a quien la Virgen concibió y dio a luz, permaneciendo virgen después del parto; ella adoró a quien había engendrado. V. Simeón tomó al Niño en sus brazos y, dando gracias, bendijo al Señor. R. A quien la Virgen concibió y dio a luz, permaneciendo virgen después del parto; ella adoró a quien había engendrado.
SEGUNDA LECTURA
De los sermones de san Sofronio, obispo (Sermón 3, Sobre el Hypapanté, 6. 7: PG 87, 3, 3291-3293)
ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA
Corramos todos al encuentro del Señor, los que con fe celebramos y veneramos su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz. Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que viene a nosotros —el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna—, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo. En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera. Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para, librarlo de las tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar. Por esto, avanzamos en procesión con cirios en las manos; por esto, acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios. Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo alumbra a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme. Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera. También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado. También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y, de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando, año tras año, porque no queremos olvidarlo.
RESPONSORIO
R. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental, * y llenó el templo la gloria del Señor. V. Llevaron sus padres al niño Jesús al templo. R. Y llenó el templo la gloria del Señor.
HIMNO FINAL: SEÑOR DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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